Hall es una clasicista de enorme experiencia que afronta la complicada tarea de exponer la filosofía de Aristóteles en apenas 300 páginas. Si bien su idea es magnífica, no logramos entender por qué decide cambiar el patrón de esta monografía cuando llega a la mitad para destruir todo lo construido.
Cualquier lector/a aficionado/a a la filosofía, sabe que hay que emplear términos en griego y que, normalmente, no resulta nada fácil entender las teorías más complicadas. Aristóteles es, precisamente, uno de los filósofos que habló más claro y que menos tiró de una terminología complicada. Hall así lo entiende y apuesta por explicar los conceptos más básicos de forma clara y sencilla.
Sin embargo, pasadas unas 150 páginas comienza a mencionar hasta tres o cuatro ejemplos por cada nueva teoría y lo hace cayendo en lo prosaico y casi en lo vulgar. Se entiende que el libro debe ser entendido por quien lo lea, pero no tanto que lo convierta casi en un libro de autoayuda alejándose, de manera peligrosa, de su objetivo inicial: dar a conocer la forma de entender la vida de Aristóteles.
Por todo ello, consideramos que la que podría haber sido una obra magnífica se queda a medio camino entre el libro de aeropuerto y una monografía de consulta obligada. Dependerá de ti elegir en qué casillero cae la balanza.