Yo creo que debería ser una materia transversal, que empapara todos los demás conocimientos. Tendría que ser el eje de todo el edificio curricular. De un currículo mucho más concreto y flexible, donde cada cual pudiera construir su propia trayectoria. No tenemos mucha idea de lo que requerirá el mercado de trabajo dentro de diez o quince años, pero sabemos que necesitaremos buenas personas, buenos padres y madres, hermanos y vecinos atentos y solidarios… Que necesitaremos agricultores para producir alimentos locales, no contaminados. Biólogos capaces de reparar los ecosistemas que estamos dañando. Ingenieros que puedan desarrollar tecnologías limpias y sencillas imitando la sabiduría de la naturaleza… Artistas e intelectuales que puedan crear historias e imágenes que simbolicen una nueva cultura centrada en la vida y enraizada en la tierra. Sabemos que necesitaremos buenos ciudadanos y ciudadanas comprometidos con una ética del cuidado, que amen profundamente el planeta, que sepan cuidarlo, respetarlo, y en armonía con las todas las formas de vida humanas, no humanas y más que humanas.Hablas de la necesidad de “renaturalizar” las escuelas, ¿acaso no tendríamos que empezar por renaturalizar las ciudades? Muchas escuelas no tienen siquiera un espacio verde cerca…Desde luego. Y cada vez son más los ayuntamientos conscientes de esta necesidad, de la estrecha relación que existe entre el cuidado y la renaturalización de sus espacios y la salud y el bienestar de sus ciudadanos. Las familias y las escuelas pueden apoyar este impulso saliendo con frecuencia a los entornos verdes cercanos, reivindicando que se renaturalicen más espacios, ocupando solares abandonados para transformarlos en huertos y jardines gestionados por las propias comunidades educativas y vecinales, como ya es el caso en varios lugares. Además, al transformar los patios de cemento y hormigón en áreas donde se puede jugar con agua y tierra, en bosquecillos y vergeles, estamos dotando a las ciudades de nuevos espacios verdes, lo que redunda en beneficio de todos.Se habla mucho de huertos escolares y de escuelas-bosque, pero la dura realidad siguen siendo los patios de recreo de hormigón y las dificultades con las que se encuentran padres y profesores. ¿Están realmente cambiando las cosas?Yo diría que sí. El movimiento es imparable. En los últimos seis años, la semilla se ha extendido por todo el territorio y ya son cientos, por no decir miles de escuelas las que están implicadas en procesos de transformación de sus espacios exteriores. Hasta ese momento, la mayoría de las personas veían el cemento y el vacío como algo “normal”. Las maestras no los utilizaban más que par la media hora de rigor. Siempre con muchos conflictos ya sea por cuestiones de género o simplemente de convivencia, al no haber sido pensados ni trabajados desde el punto de vista educativo. Los arquitectos no tenían datos sobre los patios. Y, sin embargo, es frecuente que ocupen entre un 40 y un 60% de la superficie de las escuelas. Y si tienen algún elemento natural, árboles o incluso una pequeña charca, suele esta cerrada, inaccesible para los alumnos. Todo esto está cambiando gracias al enorme trabajo de sensibilización que estamos haciendo muchas personas. Como Carme i Pitu, dos maestros jubilados que desarrollan el proyecto Safareig y han recorrido y asesorado a centenares de centros. El interés es enorme. En un taller reciente que impartí sobre el tema en Alicante, para 80 personas, había 200 inscritos…Háblanos de la influencia de Richard Louv y Quing Li en tu trabajo, del vínculo entre el bosque y la infancia, de tu experiencia personal en Madreselva…Yo acompañaba a niños y niñas en esa escuela en el bosque, que estaba en la Vera cacereña, cuando escuché hablar Richard Louv. Cuando lo leí fue como si todas las piezas del puzzle encajaran y es una gran noticia que Los últimos niños en el bosque (Capitán Swing) haya sido publicado finalmente en España. Fue una gran inspiración para mí. No solo es un gran profesional del periodismo, serio y riguroso, con una sólida formación en muchos otros campos. También es una persona muy comprometida. Con Quing Li estuve en contacto hace tres años en Japón, cuando visité por todo el territorio varias áreas preparadas para practicar lo que los japoneses llaman Shinrin-Yoku, baños de bosque. Nadie transmite como él hasta que punto nuestra vida, nuestra salud y nuestro bienestar depende de los árboles. Creo que es un sentimiento muy vivo en ese país, debido a su historia: hace varios siglos los japoneses estuvieron a punto de perder toda su masa forestal, de convertirse en un desierto, como sucedió en la isla de Pascua. Pero fueron capaces de rectificar y ahora tienen algunos de los bosques más bellos del mundo.
EDUCACIÓN AMBIENTAL - “Antes que “salvar” el planeta, debemos “amar” el planeta”.
Publicado el 19 junio 2019 por Carmen Calabuig López @revoltosa1952Yo creo que debería ser una materia transversal, que empapara todos los demás conocimientos. Tendría que ser el eje de todo el edificio curricular. De un currículo mucho más concreto y flexible, donde cada cual pudiera construir su propia trayectoria. No tenemos mucha idea de lo que requerirá el mercado de trabajo dentro de diez o quince años, pero sabemos que necesitaremos buenas personas, buenos padres y madres, hermanos y vecinos atentos y solidarios… Que necesitaremos agricultores para producir alimentos locales, no contaminados. Biólogos capaces de reparar los ecosistemas que estamos dañando. Ingenieros que puedan desarrollar tecnologías limpias y sencillas imitando la sabiduría de la naturaleza… Artistas e intelectuales que puedan crear historias e imágenes que simbolicen una nueva cultura centrada en la vida y enraizada en la tierra. Sabemos que necesitaremos buenos ciudadanos y ciudadanas comprometidos con una ética del cuidado, que amen profundamente el planeta, que sepan cuidarlo, respetarlo, y en armonía con las todas las formas de vida humanas, no humanas y más que humanas.Hablas de la necesidad de “renaturalizar” las escuelas, ¿acaso no tendríamos que empezar por renaturalizar las ciudades? Muchas escuelas no tienen siquiera un espacio verde cerca…Desde luego. Y cada vez son más los ayuntamientos conscientes de esta necesidad, de la estrecha relación que existe entre el cuidado y la renaturalización de sus espacios y la salud y el bienestar de sus ciudadanos. Las familias y las escuelas pueden apoyar este impulso saliendo con frecuencia a los entornos verdes cercanos, reivindicando que se renaturalicen más espacios, ocupando solares abandonados para transformarlos en huertos y jardines gestionados por las propias comunidades educativas y vecinales, como ya es el caso en varios lugares. Además, al transformar los patios de cemento y hormigón en áreas donde se puede jugar con agua y tierra, en bosquecillos y vergeles, estamos dotando a las ciudades de nuevos espacios verdes, lo que redunda en beneficio de todos.Se habla mucho de huertos escolares y de escuelas-bosque, pero la dura realidad siguen siendo los patios de recreo de hormigón y las dificultades con las que se encuentran padres y profesores. ¿Están realmente cambiando las cosas?Yo diría que sí. El movimiento es imparable. En los últimos seis años, la semilla se ha extendido por todo el territorio y ya son cientos, por no decir miles de escuelas las que están implicadas en procesos de transformación de sus espacios exteriores. Hasta ese momento, la mayoría de las personas veían el cemento y el vacío como algo “normal”. Las maestras no los utilizaban más que par la media hora de rigor. Siempre con muchos conflictos ya sea por cuestiones de género o simplemente de convivencia, al no haber sido pensados ni trabajados desde el punto de vista educativo. Los arquitectos no tenían datos sobre los patios. Y, sin embargo, es frecuente que ocupen entre un 40 y un 60% de la superficie de las escuelas. Y si tienen algún elemento natural, árboles o incluso una pequeña charca, suele esta cerrada, inaccesible para los alumnos. Todo esto está cambiando gracias al enorme trabajo de sensibilización que estamos haciendo muchas personas. Como Carme i Pitu, dos maestros jubilados que desarrollan el proyecto Safareig y han recorrido y asesorado a centenares de centros. El interés es enorme. En un taller reciente que impartí sobre el tema en Alicante, para 80 personas, había 200 inscritos…Háblanos de la influencia de Richard Louv y Quing Li en tu trabajo, del vínculo entre el bosque y la infancia, de tu experiencia personal en Madreselva…Yo acompañaba a niños y niñas en esa escuela en el bosque, que estaba en la Vera cacereña, cuando escuché hablar Richard Louv. Cuando lo leí fue como si todas las piezas del puzzle encajaran y es una gran noticia que Los últimos niños en el bosque (Capitán Swing) haya sido publicado finalmente en España. Fue una gran inspiración para mí. No solo es un gran profesional del periodismo, serio y riguroso, con una sólida formación en muchos otros campos. También es una persona muy comprometida. Con Quing Li estuve en contacto hace tres años en Japón, cuando visité por todo el territorio varias áreas preparadas para practicar lo que los japoneses llaman Shinrin-Yoku, baños de bosque. Nadie transmite como él hasta que punto nuestra vida, nuestra salud y nuestro bienestar depende de los árboles. Creo que es un sentimiento muy vivo en ese país, debido a su historia: hace varios siglos los japoneses estuvieron a punto de perder toda su masa forestal, de convertirse en un desierto, como sucedió en la isla de Pascua. Pero fueron capaces de rectificar y ahora tienen algunos de los bosques más bellos del mundo.