Educación expandida. La primera vez que oí hablar de ella fue en un curso con Pedro Jiménez, de Zemos 98 y Oscar Martínez, de Trànsit Projectes. La Educación Expandida defiende la idea de que la educación puede darse en cualquier lugar y en cualquier momento y desafía al sistema educativo tradicional a que incorpore y se adapte a los cambios tecnológicos. Este es un tema de la educación social. No exclusivo de ella, por supuesto. Pero es obvio que la educación social es o debe ser educación expandida. O viceversa. Nuestra situación, en el córner de la educación formal, nos convierte en actores privilegiados para llevar a cabo intervenciones y proyectos con esta filosofía. Algunos ya se estaban haciendo, aunque no sabíamos que podían llamarse así. Pero está claro que la educación social, si quiere honrar a su apellido, tendrá que expandirse, tanto en lo cultural como en lo digital, terrenos hasta ahora menos explorados por ella.Sigo.
Respecto a la educación social estamos en un momento dulce. Llevamos media vida lidiando con escuelas e institutos, implementando proyectos comunitarios, tratando con personas y grupos, etc. Si sabemos aprovechar lo que la tecnología pone delante de nuestras narices empezaremos a tener un peso específico en eso que a veces se conoce como comunidad educativa. Una comunidad que, por otra parte, tiene que abrirse a nuevos agentes y nuevas prácticas. Que tiene (ya lo está haciendo, queriendo o sin querer, entre otras cosas por el impulso de sus alumnos) que expandirse. A los educadores nos va a hacer falta, como nunca, ensayar y errar. Aprender. Inventar. Practicar y teorizar sobre la práctica. Probar, equivocarnos y volver a probar. Se va a tratar de un diálogo entre una tecnología rabiosamente libre y una educación social, con sus normas y sus límites. Un diálogo donde la una y la otra no van a salir indemnes. Por suerte.
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