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Educación parental

Publicado el 26 febrero 2010 por Anveger

Todos estaremos de acuerdo en que el pilar básico de cualquier sociedad es la educación. Yo, y supongo que la mayoría de todos ustedes, distingo entre dos tipos de educación: la educación escolar y la educación parental.

Educación parentalSobre la educación escolar ya he hablado en diversas ocasiones y seguiré haciendo mis propuestas sobre ella. Hoy me gustaría centrarme en la educación que recibimos en nuestras casas, la educación de nuestros padres, la única que, salvo desgracia, es universal y ha existido durante toda la historia de la humanidad.

Me gustaría desarrollar la función que cumple la educación parental ya que me parece esencial, porque ésta comprende la edad en la que absorbemos más conocimientos de nuestra vida y la que va a marcar nuestra forma de ser.

En el mundo occidental encuentro al menos dos vertientes dentro de la educación parental. Por un lado tenemos la educación proteccionista, muy común en los países latinos y, sobre todo, aquí en Andalucía. Por otro, la educación anglosajona y germánica que otorga a los niños una independencia mucho mayor que la primera.

Para educar a una serie de individuos competentes se debe enseñarles a aprender de sus errores y  a desarrollar una autonomía que haga de ellos seres realmente fuertes con la capacidad de enfrentarse a la sociedad. Esto, en mi opinión, no se puede alcanzar con la educación proteccionista, ya que parte del grave error de no enseñar a los hijos a levantarse, sino de evitar que se caigan. Esto provoca que el individuo no aprenda por sí mismo y crea una dependencia, con lo cual, dejando a un lado el precio de la vivienda, se incrementa el número de jóvenes que se quedan a vivir en casa de sus padres durante un tiempo prolongado. Sin embargo, la educación de algunos de nuestros vecinos europeos es mucho más eficiente. Ésta es una de las razones que explica porque allí reina el optimismo en tiempos de crisis. Donde un británico dice: No importa, saldremos de la crisis, un latino dice: Mamá, que no tengo dinero. La independencia de estas sociedades crea un gran número de personas emprendedoras, y por lo tanto, empresas fuertes y bien formadas.

Como habréis podido comprobar, yo estoy a favor de la segunda. Considero que a un hijo se le debe enseñar la verdad, y ésta abarca tanto a las cosas buenas como a las malas. Si se trata de proteger al hijo en todo momento enseñándole las cosas buenas, tarde o temprano se encontrará con las malas y será incapaz de discernir lo bueno de lo malo. Esto lo llevará a la confusión y a obrar mal por ignorancia.

Yo creo que lo adecuado es que en sus primeros años de vida se proteja al niño, pero enseñándole lo bueno y lo malo, y a partir de los cinco o seis años ir dejándole independencia poco a poco para que ponga en práctica lo aprendido, hasta que consiga una autonomía considerable al llegar a los dieciocho años.

Esta educación, combinada con un sistema educativo competente es la artífice del progreso humano.



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