¿Qué hace un educador social?
Cuando te preguntan algo así en una sesión de trabajo yo creo que uno, instintivamente, piensa en la cantidad de manuales o documentos profesionales que ha leído, a ver si suena la campana y contesta algo entre coherente y profesional. Pero los manuales y los documentos están bien para los manuales y los documentos. Sientan las bases, que ya está bien, muy bien diría yo, pero difícilmente sirven para explicarse así, a bote pronto. Aunque ahora llevemos la wikipedia en el bolsillo, uno no habla como hablan los manuales. Imposible contestar a esa pregunta con un “el educador social es el profesional que...”, no, no, quita. Cada vez que he recurrido a estas definiciones me he sentido más frustrado, no solo porque en nuestro caso suelen estar escritas por un maníaco depresivo con tendencias paranoides, sino porque es imposible narrar nuestra profesión (he dicho narrar, no definirla) con afirmaciones estáticas y atemporales.No voy a resolver el problema. Ya saben, cuando me pongo estupendo aspiro a que mis post parezcan pequeños ensayos, pero la mayoría de las veces me escudo en que esto es un blog, que es lo que es, y escribo lo que me da la gana. Soy un cobarrde fristo pecadol de la pradera.
Total, que estaba yo pensando en la pregunta (recuerden: ¿qué hace un educador?) y colgué en twitter, ese lugar donde todo el mundo habla y nadie se escucha, esta frase: “educador social. Un profesional pegado a su contexto”, como quien piensa en voz alta. Pensé que la pregunta ¿qué hace un educador social? exige una respuesta de época. El educador hace, o debería de hacer, lo que el contexto le pide a la educación que haga en cada momento. Imposible una narración de esta profesión sin tener en cuenta dónde y cuando trabaja uno. El contexto. En el contexto actual la voz de la educación social es más necesaria que nunca. Pienso en algunos quehaceres insoslayables y se me ocurren tres, para empezar:
Uno.Una labor de denuncia. Hacer visible lo invisible. Hay familias enteras en la cuerda floja que necesitan una inyección de capital: becas, ayudas al alquiler, rentas mínimas, alimentos, etc. La necesidad, casi utopía ahora mismo, de crear empleo y de solucionar, por vía legal, el problema de la dación en pago de las hipotecas.Ya sabemos que la macroeconomia no se va a ocupar de las personas ni de sus miserias diarias, por mucho que nos desgañitemos en facebook o twitter diciendo lo hijosdeputa que son los de Bankia y los banqueros, lo fachas que son los del pepé, lo cabrones que son los mercados y lo zorra que es la Merkel. Todas esas revoluciones de sofá y esa catarsis están muy bien, pero a menos que sea usted, querido lector, un pez gordo de alguna cosa, nuestra realpolitik suele ser otra. Nos toca lidiar con los ayuntamientos y con los poderes públicos para que sepan que muchos de sus ciudadanos están sufriendo y que es inaceptable cualquier recorte que les deje a la intemperie. Por eso es tan vergonzosa la gestión de la PIRMI que está haciendo la Generalitat de Cataluña, porque esa ayuda, impulsada hace muchos años por los mismos que ahora la cuestionan, es más necesaria que nunca. Esta clase de recortes sociales encubiertos son una gran irresponsabilidad y someten a las personas a una tensión inaceptable.¿Estoy hablando de asistencialismo? Quizás sí. Aunque yo creo que lo sería si no exigiéramos contrapartidas a las personas en términos de responsabilidad. Llámenlo rescate a las familias si quieren, que es más cool.
Dos.Sí, trabajamos la responsabilidad, ¿recuerdan?. Muchos ciudadanos están pasándolo mal porque un terrible paro les está dejando en la estacada. Punto. Muchos otros le suman a eso unos enormes errores de cálculo anterior a la crisis que los tiene en precario y endeudados hasta lo insoportable.La especificidad de la crisis en España no se entiende sin la voracidad de unos bancos que basaron sus ganancias en la burbuja inmobiliaria y la especulación, y tampoco se entiende sin la estupidez de unos gobiernos, PP primero y después PSOE, que no quisieron cortar la hemorragia que suponía basar la economía del país en el ladrillo. Tenemos demasiados políticos en España y muchos son muy malos. La responsabilidad máximas es de ellos, pero tampoco hay que olvidar que muchos ciudadanos se sumaron al carro de los despropósitos sin pensárselo mucho, pidiendo créditos donde entraba todo, entre otras cosas pisos a precios galácticos. Ahora esos pisos, esas hipotecas astronómicas, que alguien firmó, están siendo una losa insoportable para muchas familias ante una, ya de por sí, salvaje crisis económica. Algunos de esos ciudadanos comienzan a culpar a la inmigración de sus males, el chivo expiatorio de siempre, incapaces de reconocer un miligramo de responsabilidad.
La educación social no debería de tener un discurso moralizante. Al contrario, se trata de saber cómo puede contribuir en esta crisis cruel a mirar para delante. A salir del shock. Se trata de que la educación ayude a esas personas a redescubrir sus potencialidades y rentabilizar el único capital que todavía les queda: tiempo.
Hace unas semanas X me comentaba en una entrevista que si hubiera sabido lo que ahora sabe nunca se hubiera metido en una hipoteca de 1500 euros mensuales que le está dejando tieso. Pero en ese momento, hace cinco años, ganaba 4000 y no podía imaginárselo. “Todos pensábamos que esto iba a durar para siempre”.Transformar ese todos anestesiante en un proyecto personal que vuelva a ilusionar es una tarea donde la educación social tiene algo que decir.PD: el punto tres se refiere a la recuperación del trabajo grupal, comunitario, por proyectos, aprovechando el potencial de las redes sociales y las TIC. Pero el post se me ha hecho muy largo. Y se me está ocurriendo un punto cuatro sobre la necesaria alianza entre educación, cultura y 2.0. Pero tendrá que esperar. Sorry.
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