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Educación y justicia social

Publicado el 04 enero 2013 por Jesus Andría González @creaactividad
Educación y justicia socialEsta nochevieja, de entre los muchos mensajes, sms y 'whatsapps' de felicitaciones propios de las fechas, recibí uno de mi amiga Carmen que decia así: "Con el deseo que en el futuro la justicia social sea nuestra aliada. Felicidades". Debo admitir que en un principio no alcancé a divisar la profundidad de su mensaje (que entiendo meditada conociendo a Carmen) y quizás por ello las palabras que contenían han quedado resonando en mi mente con la persistencia precisa como para que buscara darles un significado a la altura de su remitente. Y tras no pocas reflexiones para descifrar su 'código encriptado', siguiendo el hilo del deseo de prosperidad que me deseaba mi amiga, he encontrado una madeja tremenda que mucho tiene que ver con mi gran pasión, la educación.
La justicia social es un término que se refiere a las nociones fundamentales de igualdad de oportunidades y de derechos humanos entre los hombres y las mujeres, más allá del concepto tradicional de justicia legal. Está basada en la equidad y es imprescindible para que los individuos puedan desarrollar su máximo potencial y para que se pueda instaurar una paz duradera. Así, la justicia social alude y señala a la educación por partida doble: por un lado porque el derecho a la educación está recogido por las Naciones Unidas como uno de los derechos humanos fundamentales, y por el otro porque la educación debe ser la manifestación (por ser igualmente distribuida) y el instrumento (por posibilitarla de forma determinante) de la igualdad social y de oportunidades -económicas, políticas y sociales- para todos y todas. 

Así que me encontraba ante la diosa de la justicia social apuntando con su dedo índice a la educación y mis reflexiones acerca de ésta (la educación) y el sistema educativo apuntando en un sentido cuasi contrario (por no decir opuesto), como generador, en sí mismo, de desigualdades sociales debidas al academicismo y la meritocracia que los alimenta. Y fue entonces cuando busqué en la raíz del asunto, y cuando encontré la madeja de la que antes hablaba y que, por sus dimensiones, sólo puedo presentar hoy aquí y que igual, en el futuro, comentaré con detalle de reflexiones y críticas.En la raíz, y le pese a quien le pese, le disguste a quien le disguste, está el hecho de que la educación, tal y como la conocemos en la actualidad, se ha desarrollado y expandido desde sus orígenes hasta universalizarse promovida por dos motores impulsores, la empresa (en su momento la industria) y el Estado-nación; y ambos dos han hecho de la educación un instrumento de manipulación y adoctrinamiento.En cuanto a la empresa, desde la primera revolución industrial a finales del siglo XVIII hasta nuestros días, le ha interesado impulsar y controlar los sistemas educativos y de escolarización porque ello les ha posibilitado instruir y formar a una mano de obra en ciernes. Esto ha hecho que las escuelas arrastren secularmente tanto parecido organizativo con las fábricas y que en ellas se enseñe aún un conocimiento operativo que garantice que los estudiantes (futuros/as obreros/as) sean mano de obra bien cualificada para el trabajo rutinario de tareas. Hoy día, cuando se cuestiona más que nunca que la educación sea capaz de preparar para el trabajo, son muchas las voces que ven 'la mano' de las empresas y del mercado laboral (del capitalismo, en definitiva) en la concepción del aprendizaje por competencias que busca en el alumnado que aprendan a aprender de por vida en la sociedad del conocimiento y la información, para que así puedan ser flexibles (dóciles) y polivalentes (adaptables) en un mercado de trabajo el cual interesa al poder económico que sea dinámico dadas las incertidumbres por las que transita, y seguirá transitando, la economía globalizada y deslocalizada. Hay quien ve, incluso, que el concepto 'competencia' (recomendado por la OCDE y evaluado en PISA) ha sustituido premeditadamente al de 'cualificación' porque en este último había implicita una definición de puestos de trabajo y de protecciones sociales (alcanzadas tras decenios de reinvidicaciones sociales) que no interesan mantener en el actual panorama económico.La otra cara de la madeja, el Estado-nación, se interesó por la expansión de la educación, hasta la universalidad y su obligatoriedad, porque ésta es el mejor instrumento para la formación de una cultura e identidad nacionales. ¿Qué mejor instrumento puede haber para el Estado que la escuela?, que como dice Mariano Fernández Enguita en su libro "Educar en tiempos inciertos", es capaz de internar masivamente a la infancia, someterla a un adoctrinamiento forzado y obligatorio, y hacerlo en nombre y con la legitimidad de la razón, la cultura, la historia... Y el reverso del Estado es la ciudadanía y sus derechos sociales, entre los que está la educación, lógicamente, en los primeros lugares, de forma que una escolarización exitosa se entiende condición sine qua non para el ejercicio de nuestros derechos ciudadanos. Yendo más allá, hay corrientes de pensamiento que afirman que la escolarización de la clase obrera fue (y sigue siendo) el instrumento de su incorporación a la comunidad nacional, ofreciéndoles ciertas oportunidades sociales al precio de neutralizar (o suavizar) su oposición radical al orden social existente.

Y ante esta dicotomía de la educación, como generadora de justicia social y de adoctrinamiento y manipulación, me encuentro (para mi suerte) con el último libro publicado por Juan Antonio Negrete, titulado "Diálogos de Educación", en el que recorre no dos, sino cuatro filosofías diferentes de ver y entender la educación, según, como él dice, de la antropología que subyace a cada una de ellas, y yendo desde aquella que nos concibe como menos cargados de esencia (posiblemente la aristotélica que tiene la necesidad de formarnos e instruirnos porque somos una tábula rasa) hasta la que más (seguramente aquella que confía en el término etimológico educere que busca extraer de cada persona lo mejor de sus potenciales innatos). Os dejo aquí con el primer fragmento de este libro que os aportará nuevas y contrapuestas visiones de esta apasionante actividad del ser humano que es la educación.

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