Mi amigo tenía un síntoma, yo sabía porque le ocurría y para ello le puse un tratamiento que le sorprendió, un medicamento psicotrópico para un síntoma físico, una tos.
Pero había ido ya a otro colega que le había realizado varias pruebas: fibroscopia, RX, esofagograma, pruebas de alergia. Le facilitó amablemente su teléfono para darle los resultados, un viernes, aunque llamó no contestó ese día al teléfono. Durante el fin de semana me vio y me dijo que ya estaba bien del síntoma con lo que yo le había prescrito.El lunes volvió a llamar y ahí comenzó el problema. Ese día vino llorando, deprimido por el gran susto que se había llevado. Le habían comunicado por teléfono que tenía, como ya había supuesto, un cáncer de garganta, tras llantos, desmayos y algún ataque de pánico, se dieron cuenta, tras comprobar de nuevo el nombre y la edad, que este diagnostico no era de mi paciente-amigo, sino de otra persona.
A mi paciente le han quedado secuelas psicológicas, y mi compañero le ha pedido perdón muchas veces. Yo creo, que noticias que afectan a la salud, buenas o malas no deben comunicarse por teléfono, y menos si son de esa calibre.
Hagamos de la medicina lo que realmente es, una relación entre personas, directa, de contacto, cara a cara y miradas a los ojos.
Médico Rural