David Humphries falleció mientras jugaba con sus nietos en la piscina de un hotel de Makadi.
El mecánico británico David Humphries se había ido a unas vacaciones soñadas en Egipto con su esposa, una de sus hijas y nietos.
Llevaba una semana en el país africano cuando comenzó a sentir dolores en el pecho. Fue a un centro médico y lo internaron durante una noche para hacerle estudios. No le encontraron nada relevante y al día siguiente le dieron el alta.
Cuatro días más tarde, mientras jugaba con los más pequeños en la piscina de un hotel en Makadi, sufrió un infarto. Los trasladaron de urgencia a un hospital pero las tareas de reanimación no surtieron efecto y falleció.
El cuerpo de David, tras completar los trámites consulares, fue enviado de regreso.
Un médico amigo de la familia recomendó hacer una autopsia y fue entonces que se llevó una sorpresa: el cuerpo no tenía el corazón ni los riñones.