Ególatra de mi amor

Yo no debería estar posteando.
Aunque no me despedí (cosa habitual en mí) se da por hecho que es verano, que estamos de vacaciones y ni yo tengo ganas de escribir, ni tú tienes ganas de leer.
Pero aquí estoy.
Quizá si fuera más lista, aceptaría los múltiples planes veraniegos que cada anochecer me propone gente tan diversa como pintoresca. Pero aquí estoy, en mi casa, con mis inseparables kojaks cara al ordenador.
Podría estar viendo una peli, pasarme un videojuego, leer un buen libro o charrar con mi gente. Pero no, hoy no.
Éste me temo que es el típico post de vagabundeos mentales, de reflexiones que no llevan a ninguna parte y es de esa clase de entradas que a mí particularmente no sé si me dan más sueño o más asco.
Así que si eres como yo ¡PARA DE LEER!
También podría parar yo de escribir, pero nunca dejo nada a medias, ya sabes, es persecutorio.
Soy bastante infiel en las distancias cortas, y me gusta este blog. Creo que hasta que se me vuelva a insinuar Días Azules, me voy a dejar seducir por este blog prefabricado que francamente ha quedado genial (Jorge te quiero)
Últimamente me llaman demasiadas veces ególatra, creo que la gente no se da cuenta de que eso no es para alguien como yo un insulto, probad con gorda, guarra, estúpida o Laura. Me gusta ser una ególatra, que se le va a hacer.
Las turbulencias emocionales no son lo mío; lo mío es el hipercontrol universal. "Cuando se sabe y dirige todo, no hay sorpresas ni nadie a quién culpar".
Aunque supongo que la culpa de todo esto, de que hoy yo no esté de fiesta, de que no esté leyendo, viciando o relacionándome; es que te echo muchísimo de menos y 300 km hoy parecen años luz...