El pasado fin de semana convivi con una pareja de franceses que habían llegado a esta villa marinera mitad por devoción, mitad por obligación. No les conocía, y de entrada, debo decir que el encuentro durante todo el tiempo fue más que interesante. Pero hubo algo que me llamó poderosamente la atención. y que, desgraciadamente, nos diferencia de ellos -me refiero de los franceses y, por ende, del resto de nuestros vecinos europeos. Su extrema puntualidad. Cuándo quedábamos con ellos, eran mas que puntuales. Extremadamente puntuales, me atrevería a señalar. Todo lo contrario a la actitud española.
En este país que ahora se planteas si sobran o no ayuntamientos, comunidades autonómas y diputaciones, lo cierto es que la puntualidad brilla por su ausencia. Convocas una cita y, por lo general, la persona más puntual acude con cinco minutos de retraso. Y a partir de ahi, el resto. De vergüenza. Los españoles somos imputuales por antnomasía. Nosotros, a nuestro rollo: las cañitas, el cachondeo, y la fiesta. Y al resto que le den....España tiene esa arista. Herida, por otro lado, que nadie se atreve a mitigar haciendo las cosas cómo se deben hacer. Pero esto es España; país de pillos, de la farándula, de losw vinos, y del cachondeo en general.
El otro día, coincidiendo con el aniversario del accidente nuclear de Japón, vi un programa de televisión, en el que decían que los japoneses estaban trabajando una hora más cada día para recomponer su economía tras el desastre nuclear- ¿Alguien puede contarme qué pasaría en España si nos dijeran que todo hijo de vecino tiene que trabajar una hora más al día, para ayudar a los casi cinco millones de parados, por ejemplo? Me duele la mandíbula sólo de pensarlo.
España es un país modélico para muchas cosas, pero siempre que no nos quiten ni cinco minutos de cachondeo y fiesta. Procuramos trabajar lo justo, sin importantos un bledo la empresa, sus objetivos y en suma, la economía española. En el mencionado reportaje de televisión, le preguntaron a un trabajador porque sacrificaba una hora de su tiempo libre de forma gratuita en beneficio de su país. La respuesta fue de nota: 'porque estoy comprometido con mi empresa y con mi país'. La cultura y sociedad nipona es un ejemplo del que tendríamos que tomar buena nota. Tienen un evidente sentido de compromiso con su país y con su empresa. Pueden sufrir desastres, problemas, dificultades. Pero no conciben ni entienden la posibilidad de la adopción de medidas -la que sea-, que ponga en riesgo el futuro de su empresa o la economía nacional. Al igual que sucede en España...
El exquisito comportamiento de mis amigos franceces estos días y ña actitud del pueblo nipón son ejemplos de los que es importante tomar nota. Seguro que nos iría mejor. El Lazarillo de Tormes tendría que haber tenido otro titulo: El Lazarillo de España. Se ajusta más y mejor a nuestra realidad cotidiana. ¿verdad?