Cuando empezó a oscurecer sucedió igual que la noche anterior, y la anterior, y la anterior, las sombras de la casa se juntaron en una sola y de pronto todo quedó negro. Mamá había dicho que no tenía de qué temer, pues la casa era grande, pero inofensiva, sin embargo, yo la sentía demasiado oscura. Demasiado. Desde que fuimos a vivir a la casa del abuelo todo era diferente. Aún lo recuerdo echado en ese largo cajón al que todo el mundo se acercaba a mirar. Yo no hubiera querido hacerlo, pero mamá había dicho que sería el último adiós, y que había que respetar su partida, así que no pude evitar cerrar los ojos al ver su cara. No quería recordarlo con ese extraño peinado y tanto color en las mejillas; la piel del abuelo había sido de un agradable tono amarillento, y siempre andaba despeinado. Hasta sus ropas eran otras, pero eso a mi madre no parecía importarle, ella andaba más preocupada para que todos tuviesen su taza de chocolate bien caliente en esa fría mañana de enero. El abuelo dentro del féretro, como había dicho mamá, estaba resguardado, y por la tarde lo llevarían a la cripta, donde quedaría encerrado en un nicho. No estoy muy seguro de que hayan hecho un buen trabajo, y creo que el abuelo lo sabía porque cuando lo vi en el cajón tenía una cara de querer echarse a reír en cualquier momento, como cuando solía burlarse de todos. En cuanto amanezca entraré en el mausoleo y veré si es verdad que la losa que pusieron está bien sellada, se me hace que el abuelo anda suelto por ahí y desde la oscuridad se burla de nosotros, ¿quién si no, nos habría dejado sin corriente? ¿Y quién estaría apagando las velas cada vez que me doy vuelta?
La casa es muy grande para nosotros dos, espero que mamá cumpla su palabra y nos traslademos, pero según ella aún no es tiempo, dice que si nos vamos lo que nos dejó el abuelo irá a parar a un hospicio. Pero un año es una eternidad.
Siento que esta vez la oscuridad tiene forma extraña, se mueve, respira, me envuelve, cerraré los ojos y me taparé los oídos, tengo miedo. Quiero llegar a mañana, es mi cumpleaños, Quiero ver mis noventa velitas alumbrando la torta que me prometió mamá, estaré feliz de ver cómo se ilumina todo.
B. Miosi