Escribí hace poco sobre los teclistas, a los que los corresponsales dictábamos las informaciones por teléfono cuando trabajaba para el diar ABC. Los e-mails las hicieron desaparecer. En el Diario Montañés trabajaban también dos correctores. Sentados en una pequeña sala, leían en alto y por turnos los borradores de las páginas del periódico del día siguiente, corrigiendo todas las faltas y erratas que encontraban. Los programas correctores de ordenador les borraron del mapa. En el mismo periódico había un cuartito de revelado para los fotógrafos. Tenía una puerta giratoria opaca para que no entrase la luz y las instantáneas no se velasen. Me encantaba entrar mientras metían sus fotos en los líquidos y las tendían en una cuerda para que se secasen. Ellos siguen trabajando allí, lo que desapareció en este caso fue el cuartito del revelado. Las cámaras digitales lo fulminaron.
El acomodador y la castañera
Publicado el 16 febrero 2012 por BeatrizbeneitezEscribí hace poco sobre los teclistas, a los que los corresponsales dictábamos las informaciones por teléfono cuando trabajaba para el diar ABC. Los e-mails las hicieron desaparecer. En el Diario Montañés trabajaban también dos correctores. Sentados en una pequeña sala, leían en alto y por turnos los borradores de las páginas del periódico del día siguiente, corrigiendo todas las faltas y erratas que encontraban. Los programas correctores de ordenador les borraron del mapa. En el mismo periódico había un cuartito de revelado para los fotógrafos. Tenía una puerta giratoria opaca para que no entrase la luz y las instantáneas no se velasen. Me encantaba entrar mientras metían sus fotos en los líquidos y las tendían en una cuerda para que se secasen. Ellos siguen trabajando allí, lo que desapareció en este caso fue el cuartito del revelado. Las cámaras digitales lo fulminaron.