"El aire que respiras": una bella línea para titular un poema. "Ni del Este ni del Oeste (...) / ni natural ni etéreo / no pertenezco a ningún sitio / sólo soy ese ser humano que respira", dice el místico persa Rumi.
La respiración, si me permitís volver por un instante al post anterior, es en yoga (y otras disciplinas) nada menos que la llave con la que controlamos nuestras emociones, estado mental y, en última instancia, nuestra conciencia. "¿Qué es Dios?", interroga Kabir, otro gran místico, a sus estudiantes. "Dios es la Respiración dentro de la Respiración", responde.
Lo que pasa es que los místicos no vivían en Madrid. De haber elegido estas coordenadas para asentar sus místicos traseros, irían con la mascarilla a todas partes a fin de evitar la tremenda boina negra que rodea la ciudad.
Un amigo me envió ayer desde su trabajo un mensaje con la noticia de que, pese a las advertencias sobre el altísimo grado de polución, los madrileños pasan de usar el transporte público. "¿Y tú, cómo has ido a trabajar hoy?" Le pregunté a mi amigo en otro e-mail. "En coche", respondió. Y así estamos, esperando la lluvia.
Fin del poema.