No leo tanto cuanto quisiera pero al menos paulatinamente he conseguido que lo que comenzó en la desidia del trayecto diario al trabajo en autobús se convirtiera en un hábito regularmente placentero. Difícilmente se disfruta siempre, leas lo que leas, en un bus que tarda 45 minutos en recorrer un itinerario que costaría alrededor de 10 si fuese en línea recta.
Años de abandono cultural me han pasado factura y ahora es complicado recuperar el tiempo perdido. En estas circunstancias cayó en mis manos El Alquimista. Por lo visto debo de ser uno de los últimos del mundo en haberlo leído. Me pareció interesante, pero no más de eso. Me decía un compañero de curro que dice habérselo leído en multitud de ocasiones que hay que leer entre líneas... Para mí que se refería a leer entre loncha y loncha o algo así, porque a mí no me dio mucho que pensar. Hasta llegué a cansarme de tanto presagio, tanta perseverancia. O quizás fue el hecho de que el final me decepcionase tanto por revelárseme El Alquimista como la versión extendida de uno de los relatos de Borges en Historia universal de la infamia, el mismo relato que casualmente incluí en este blog hace algún tiempo: Historia de los dos que soñaron. Mismo mensaje en una sola página.
Por si queda algún despistado a parte de yo mismo, dejo un link de descarga directa de El Alquimista en pdf, y por si alguien tiene fresco el libro y quiere corroborar mi tesis, aquí dejo Historia universal de la infamia(Historia de los dos que soñaron, página 37).