Revista Literatura

El amor en la literatura

Publicado el 14 febrero 2024 por David Rubio Sánchez

El amor en la literatura
Según uno de los múltiples aguafiestas que pululan por internet, y más en este día, el amor está compuesto por Dopamina, Serotonina y Oxitocina. Más allá de que pueda pensarse, o creerse, o casi demostrarse, que el amor podría producirse en cualquier laboratorio, algo que me recuerda a la actual polémica de que una IA puede suplantar a las personas en creación artística, lo que más me llama la atención de esta afirmación es lo que viene después: la sobredosis de alguna de estas hormonas podría derivar en esquizofrenia, paranoia o varios trastornos mentales.
Y eso me lleva a reflexionar sobre comportamientos o reflexiones sobre el tema. Porque, ¿quién no ha perdido la cabeza por temas de amoríos? ¿O quién no ha llegado a estar loco por alguien? Emborracharse de amor, sentir detener el tiempo, no tener ojos para nadie más, vivir un infierno por el desamor, estar en una nube… Todo parece estar pivotando sobre la inestabilidad emocional, y no es de extrañar si este sentimiento está sostenido por un trípode tan poderoso, sentimiento que no deja de moldear nuestro modo de vida, sobre todo en las artes, como en la literatura. 
Y no hay mejor día de hoy para rendir homenaje hurgando un poco más en el tema.

LA LITERATURA ROMÁNTICA


Reconozco que yo no soy ningún romántico, pero uno de los primeros relatos que escribí fue también uno de los primeros regalos que hice en San Valentín. Y es que puede que una de las cosas más recurrentes en la literatura sea el amor romántico. Podremos leer sagas de ciencia ficción, de fantasía épica, novela negra, histórica, no ficción…, y en todas hay, en mayor o menor medida, un componente en común, y ese es el amor.
Desde los orígenes mismos de la ficción, han sido muchos los autores que nos han ido suministrando un nutrido repertorio de historias con sufridos amantes como protagonistas. Pobres personajes con el estigma de tener que pasar infinidad penurias hasta lograr estar juntos. La fórmula está presente en muchas obras de teatro de las antiguas Grecia y Roma. Pero no se detiene ahí, porque, ¿qué sería de la Edad Media sin el amor cortés? Si hasta Don Quijote tenía a su Dulcinea. Y la cosa se va repitiendo hasta llegar a nuestros días. El amor es una constante, mueve montañas y puede reblandecer el corazón del más duro.
Sin embargo, dejando el tema a un lado, hay un género donde este, el amor, es el protagonista absoluto: la novela romántica.

¿Y qué es la novela romántica?

"Cualquiera que se enamora está buscando las piezas que le faltan de sí mismo". Haruki Murakami

Orgullo y prejuicio, Romeo y Julieta El cuaderno de Noah, Los puentes de Madison, Cumbres borrascosas, El amor en tiempos de cólera, El paciente inglés, Ana Karenina, La princesa prometida… Cuando pensamos en novela romántica nos vienen muchas obras a la cabeza, pero para responder qué es una novela romántica quizá debiéramos buscar cuál fue la primera, pero esta otra respuesta dependerá de a qué nos estemos refiriendo por Novela Romántica; de si hablamos de esas primeras historias que ensalzaban el amor, como las famosísimas obras de Jane Austen o las hermanas Brönte, o del primer título que dio forma al género tal y como lo conocemos en la actualidad. En realidad, en valores absolutos, y dentro de la dificultad de llegar a un acuerdo, Pamela (1740), de Samuel Richardson, es considerada la primera novela romántica de la historia. Novela que fue precursora del movimiento artístico que ya era una realidad: el romanticismo.
La literatura del Romanticismo fue un movimiento literario anticlásico que se inició en el siglo XVIII en Alemania, Inglaterra y Francia, tomando al principio la forma de Prerromanticismo, y se dispersó y cultivó por toda Europa hasta mediados del siglo XIX. Su importancia y la renovación estética y artística que supuso fue tal que continúa ejerciendo su influencia hasta la actualidad.
Entre sus características principales se encuentran la constante presencia de temas preindustriales como la naturaleza y los mitos y leyendas medievales con preferencia a los mitos y la historia grecolatina.
El autor se empecina en la constante búsqueda de la originalidad como forma de hallar la identidad y el individualismo subjetivo. A la vez, se contrapone a la profesionalización del artista y a la conversión de la obra de arte en una mercancía más del pragmatismo burgués, dado que los escritores profesionales se servían de unas formas de escritura más genéricas y tomadas de los géneros literarios grecolatinos efectivas en el mercado. La literatura deja de ser una actividad prioritariamente económica o de fin educativo para ser una necesidad creativa sin fines: se cultiva el Arte por el arte, como escribió el poeta romántico Victor Hugo.
A partir de aquí, el artista escribía con una nueva estética en que se sustituía la belleza de lo perfecto y clásico por el misterio de lo sublime incompleto, abandonando imitación y abogando por la inspiración , la libertad y la obra abierta, mediante la expresión de las pasiones y los sentimientos. Creó nuevos géneros literarios, como la novela histórica, la leyenda, la novela gótica, el drama romántico e inició estéticas en la lírica como el simbolismo (Edgan Allan Poe)


Características

  • La pasión como eje del pensamiento y de la acción
  • Individualismo. El eje narrativo del ser humano y sus emociones (manifestación del “yo”).
  • Visión subjetiva de la realidad exaltada de los sufrimientos y alegrías.
  • Personajes realistas que reflejan costumbres que la revolución industrial y la emigración del campo a la ciudad van perdiendo.
  • Estética que exalta lo sublime o misterioso por encima de la fría y perfecta belleza clásica. Domina lo incompleto, espontáneo e imperfecto sobre lo completo, pensado y perfecto; la originalidad sobre la imitación de modelos clásicos o del renacimiento; ya no se pueden escribir obras maestras «con receta» y con preceptivas repetidoras.
  • El ansia de libertad exige romper el precepto aristotélico de las tres unidades (acción, tiempo y lugar) que se seguía en el teatro, dando lugar al llamado drama romántico, y además la de estilo que añadieron los franceses: se mezcla lo trágico y lo cómico, la prosa y el verso, se dejan pasajes con puntos suspensivos para que se pueda añadir…
  • La búsqueda del misterio origina una estética donde abunda lo lúgubre: la noche, los cementerios, las ruinas, la violencia, los temas tabú, sobre todo en el teatro, los fantasmas, los demonios, las criaturas sobrenaturales como los duendes o las hadas...
  • La imaginación sobre la razón (un mundo más personal, metafórico y libre; repleto de fantasías).
  • El héroe huye de las formas clásicas; es más rebelde, más inconformista y un poco menos perfecto.
  • Rechazo a sistemas dogmáticos, absolutistas y reglados como la religión. Defensa del amor libre.

Ahora bien, y después de esta parrafada más soporífera que académica, ¿es esto suficiente para perder la cabeza? ¿Para dejarlo todo e ir en busca del amor de tu vida? Bueno, puede ser, o no, la decisión recaerá en cada uno. Porque hay decir que los cánones actuales románticos, o lo que se nos viene a la mente en estos momentos, más en concreto en este día, no son sino una variante de la novela romántica; y aquí entramos en unas cuantas variantes, destacando dos: La novela rosa y la erótica.
  1. La novela rosa es una variante de la novela romántica, la cual se trata de un género literario occidental, que la RAE define como una «variedad de relato novelesco, cultivado en época moderna, con personajes y ambientes muy convencionales, en el cual se narran las vicisitudes de dos enamorados, cuyo amor triunfa frente a la adversidad». Como el género romántico, está presente en todas las épocas, con la premisa del final feliz por bandera. Y con ello, y si damos una vuelta de tuerca, nos encontramos con:
  2. La novela erótica (Cincuenta sombras de Grey, por ejemplo), estilo que no hay que confundir con la novela pornográfica, donde se potencia el arte de seducir sin mostrar, de despertar la imaginación sin enseñar, sus autores huyen del sexo explícito, su objetivo no es la meta, sino el camino. Es la manera más elegante y difícil de contar las pasiones ocultas de un ser humano. El verdadero escritor de novela erótica sabe en todo momento dónde está la línea que separa sugestión de obscenidad, y el lector de este género también.

Y eso son solo dos géneros dentro del género, porque la cosa puede ir a más dependiendo de cuanta Dopamina se mezcle que con la Serotonina a la espera de que venga la Oxitocina, si no es que alguna le da por potenciarse o desaparecer y nos vayamos a historias tan extremas como el Monster romance, Monster fuck o cosas aún más dementes…, y es que, como decía Oscar Wilde, «Cuando se está enamorado, comienza uno por engañarse a sí mismo y acaba por engañar a los demás. Esto es lo que el mundo llama una novela», o lo que es lo mismo: ¡feliz San Valentín!
¿Y vosotros? ¿Leéis romántica? ¿Alguna vez habéis escrito o regalado un relato romántico? 
¡Saludos, Tinteros!

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