El amor es cosa de todos los días

Publicado el 30 mayo 2012 por Netomancia @netomancia
Se lo veía subir la cuadra siempre con esa sonrisa a flor de piel, saludando con amabilidad, predispuesto al abrazo, al apretón de manos.
Algunos días se detenía en la bombonería y elegía los rellenos de dulce de leche "porque son los que a ella le gustan".
Otras veces, hurgaba entre las baratijas de la bijouterie, porque "ella es coqueta y con un par de aros o un anillo, quedo bien".
Y no faltaba día en la semana que detuviera su andar frente a la florería. Un ramo de rosas, otro de fresias, o bien, algún helecho de hojas enormes y dentadas. En realidad "le gustan todas, por eso me cuesta tanto decidirme".
Pero también podían ser libros, perfumes, prendas de vestir, incluso lencería. El hombre se paseaba todos los días por el barrio y le compraba algo a su amada.
Y la razón era simple, no se cansaba de repetir su consigna, su postura en la vida, la bandera que enarbolaba con orgullo y alegría: "El amor es cosa de todos los días".
Vaya si todos fuésemos así, que bello mundo tendríamos.
El hombre desaparecía de nuestra vista cada mañana, tras doblar en la esquina. Se iba feliz, radiante, con esa energía que contagiaba a todos. Y de esa forma, y sin darnos cuenta, olvidábamos que se dirigía al cementerio a visitar a su mujer, a ese amor único, que como todo amor, es irremplazable.