Revista Literatura

El amor INcondicional.

Publicado el 23 septiembre 2018 por Marga @MdCala

La mayor causa de una pobre imagen de uno mismo es la ausencia de amor incondicional. (Zig Ziglar).

El amor INcondicional.

A los hijos se les quiere siempre -dicen- y sin condiciones -aseguran-, y así es como debe ser. Ellos no son extensiones tuyas, madre, padre; no son tus brazos ni tus piernas, aunque te duelan como si lo fueran. A veces, más. Ellos no han venido al mundo -decisión unilateral- a satisfacerte, ni a cumplir tus expectativas. Tampoco a complacerte. A salvar tu matrimonio. A servirte de descarga. A fortalecer tu imagen. A figurar como testigo de cargo. A hacerte rico. A solucionarte la vida. A limpiarte el culo…

Los hijos son seres libres, con personalidad propia desde nacidos, y con autonomía personal cuando mayores. Sus decisiones son sagradas y respetables, aun desde el presunto error, por mucho que no concuerden con las tuyas. Les puedes hablar, aconsejar, sugerir, mostrar, indicar… pero no controlar, dirigir, ordenar, manipular, juzgar y sentenciar.

De los hijos recibimos alegrías, satisfacciones, tristezas y decepciones, y hay que estar ahí para escucharlos siempre, para amarlos de manera eterna, porque la generosidad ilimitada se supone implícita en el cargo de progenitor (la reciprocidad es deseable, nunca sine qua non); así también sus logros se lucen -pues en unos padres esto es lícito y natural-, y sus fracasos se callan, jamás al contrario. Ellos ven e interpretan la vida, desde pequeños, a través de nuestros ojos, que deberían estar limpios: para ellos somos -o deberíamos ser- fuente INagotable de amor INcondicional. Al hijo no se le daña, no se le desprecia, no se le ignora, no se le compara, no se le enfrenta, no se le ridiculiza, no se le utiliza, no se le envidia y no se le sabotea. Una madre, un padre, deben estar siempre por encima de naderías, hipersensibilidades, rencores y desmesuras del ego. El narcisismo no ha lugar en una maternidad, paternidad, saludables.

Porque el auténtico amor hacia los hijos -recordemos- es INcondicional, y nadie, en ninguna parte, en su sano juicio, pondrá en duda la mayor. Así también lo entiendo yo, y así lo brindo y brindaré hasta el fin. Si en algún momento fallo en mi obligación, desde ya me disculpo, arrepiento, y corrijo.

Escrito quede.

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