Violeta Isfel cuenta que pide a sus empleados que, si están tristes o enojados, platiquen con ella antes de empezar a hacer hamburguesas porque la vibra pasa a la comida. Para mí tiene todo el sentido del mundo porque soy de pensamiento mágico -y sé que si hay una embarazada en la cocina, no salen los tamales-. Pero la dulce estampa de que la clave para que un platillo sea delicioso es el amor que se le pone esconde el egoísmo de las abuelas: un egoísmo justificado, pues los conocimientos para conjurar la delicia eran, para muchas, su recurso de poder.
Yo vivo cansada desde el 2015 y soy parte de una red de mercadeo. Las redes de mercadeo son una fuente constante de mensajes de motivación. A mí me gusta. No atiendo los "tú puedes" indiscriminados y me quedo con lo que me viene bien.
Entre lo que no me funciona en el universo de la motivación rosa, está el tener un motivo importante para despertar y empezar a trabajar. Para mí, el motivo importante no es efectivo. Me motivan las tonterías porque son lo que activa circuitos neuronales de recompensa. La tontería más motivante para mí es el chisme.
Hoy, por ejemplo, me propuse madrugar. Necesito ocuparme de un trabajo con el que estoy comprometida y que disfruto mucho hacer. Tengo necesidad de recibir el pago que corresponderá a ese trabajo: una necesidad cercana a lo apremiante, así que no puedo no tenerla en cuenta. Tengo una responsabilidad con mi hija de cubrir sus necesidades y, nada más para empezar, es bien tragona. Además, como dije, disfruto mucho mi trabajo: me da una especie de vitalidad, una sensación de plenitud. Y, como mencioné, estoy comprometida: me importa la persona a quien enviaré corregido, el texto que me ha confiado; me importa el texto mismo.
¿Pero son mi hija, mi vocación o mis clientas, capaces de hacerme despertar?
No lo son.
Despierto por los trucos. Me pongo una alarma cuyo sonido necesite apagar, pero que no me irrite. La efectividad subió cuando le puse una etiqueta, es decir, cuando hice que apareciera un mensaje con la alarma. Aún así, a veces la ignoro o no la oigo. Hoy desperté porque una amiga del alma me llamó para ver si había conseguido madrugar. El servicio humano de despertador me funciona mucho mejor que el de cualquier máquina: genera una especie de sensación de "no voy a malgastar tu llamada".
No obstante, al colgar con mi amiga, pude haberme quedado dormida en un parpadeo. Para evitarlo, voy a Facebook, Twitter o Instagram. Las redes están diseñadas para hacer que sigas ahí: ahí-despierta. Una inversión de 20 minutos hace que no duerma 120 minutos más. En ese punto, sí me sirve el hecho de que mi trabajo me gusta y estoy comprometida con él: no me pierdo en la red social; una vez despierta, puedo dejarla. "Una vez despierta" quiere decir: en cuanto me tope con algo que haga a mi corazón bombear sangre más rápido. Hoy, por ejemplo, fue que estando en Facebook, algo me hizo recordar que Rupert Grint se unió a Instagram. Fui a Instagram a seguirlo y a ver a quiénes sigue él. ¡Y listo! Me hice café y vine a la computadora.
Rupert Grint me hace salir de la cama. Mi hija amada, no... de hecho, fue a acostarse conmigo -ella, evidentemente- cuando ya había amanecido, así que su cuerpito generando calor más bien me invita a quedarme ahí, sintiéndola respirar.
Mientras preparo mi café, doy gracias a Dios. Siempre doy gracias a Dios por la mañana y le platico, a veces un par de frases, a veces bastante más.Pero si pretendo amanecer y orar, me quedo dormida. Es leer a Tom Felton comentando a Rupert Grint lo que me hace permanecer despierta, no mi necesidad de comunicación con Dios.
No acuso de fraude a las invitaciones a trabajar por tus sueños, teniendo en mente lo que verdaderamente importa, ni a tener un tiempo de recogimiento por la mañana. Así como Homero Simpson puso fotos de Maggie en su lugar de trabajo con la frase "hazlo por ella", yo tuve mucho tiempo la foto de mi niña donde pudiera verla al teclear. Solo hago ajustes para funcionar y creo que es importante decirlo porque muchas personas pueden estar "poniéndose tache" porque no les funciona lo que creen que a toooodos les funciona para levantarse, organizarse, terminar lo que inician u otras de esas cosas que nos favorecen. Y lo que pasa es nada más que no han visto cuáles truquitos les harán poder.
Habrá quienes lleguen a sentirse hasta "malas personas" porque no les "motivan" sus hijos o la misión que Dios les ha encomendado o cosas así de importantes; pero es que hay diversidad en los motivos. Las causas materiales -diría Aristóteles- son las que producen efecto directo sobre la realidad material. Por eso las operaciones concretas (los trucos) son un mejor ingrediente secreto que el amor para muchas de nosotras. Mi hija es uno de mis "para qué": lo que le da sentido a mis esfuerzos; pero como "por qué directo", el condicionamiento para orinar en el baño y no en la cama es más una respuesta a por qué despierto algunos días.
Silvia Parque