El amor no tiene fronteras, fotográficas

Uno se pregunta muchas cosas en esta vida. Que antes de ponerme los zapatos buenos, tengo que lavarlos con agua, o con ese abrillantador de calzado.Que si tengo que salir de casa y llevar todo el día el paraguas porque no volveré a mi hogar y parece que va a llover.Que si la estupidez humana viene en serie, o se aprende por el camino.Ayer llegué al punto de tener que tomar una decisión. Tenía un concurso de fotografía, y dos fotos una de las cuales sería la que enviaría.Una de ellas, la típica instantánea mona de gato que tanto gusta a los japoneses. La otra, de una pareja de chicos tumbados en el Shinjuku Gyoen saboreando los últimos instantes de la floración de los cerezos.Ambas tienen mensaje, pero para una esta sociedad no está preparada para asimilarla. Aqui, como me dice Debitto, hay todavía mucho rencor y actos de esconderse por parte de la comunidad gay. En un país donde el gobierno controla tanto los medios de comunicación, que no muestra cuerpos en tragedias, mostrar el amor en una de sus múltiples vertientes (si señores, hay varias. No solamente una) podría provocar el colapso de cualquier juez de un concurso fotográfico.Hoy, por la noche a la vuelta decidiré que la foto del gato será la seleccionada para el concurso. Tratándose de esos que exponen cientos de fotógrafos amateurs, no hay premio ni yo soy importante, serán razones para mi elección.Pero será esta noche...