ELANILLO DE MARÍA.
María era incapaz de tirar aquel anillo de plata peruana y ónix en el centro.
Un solo acto, cuando aquel compañero misterioso de ojos verde oscuro o marrón, que ya no recordaba bien ni el color de sus ojos, cuya alma, María, era incapaz de leer,aquel acto , como digo, en el que él le ponía el anillo aella con tanto cariño, que hacía que María fuese incapaz de deshacerse de él.
Realmente, María ya no usaba aquel anillo, y odiaba guardar cosas inútiles. Un abrigo que ya no usaba, se lo regaló a su hermana; unas baratijas que ya no usaba tampoco, las vendió en esas tiendas de segunda mano que ahora con la crisis había como rosquillas. No le importaba que le dieran poco, sólo quería deshacerse de cosas inservibles.
María sabía que algún día haría un largo viaje sin retorno, y siempre estaba preparada para una posible “mudanza” futura.
Así, se deshacía de objetos obsoletos, que no usaba, pero aquel anillo…¿Qué tenía aquel anillo?....¿Un recuerdo? . Plata peruana y un ónix. Las piedras negras le encantaban.A la gente le parecía aquello ciertamente “friki”, pero María ya estaba acostumbrada a ser un poco rara desde pequeña, sólo por ser una empollona o estudiosa en la Escuela o cuando leía los Atlas, que nunca acababa de memorizar, los libros de Robert Louis Stevenson, historias que la llenaban por dentro. Ya con cuatro años, antes siquiera de aprender a escribir bien, hacía garabatos como si escribiera, en los libros de sus hermanos mayores. Luego sus hermanos se enfadaban, claro.Los libros y las joyas eran su delirio. Cogía todos los enormes anillos de oro y plata de su madre del armario y se los probara. Le quedaban enormes, pero no le importaba.
Su madre usaba poco aquellas joyas salvo en las bodas y bautizos de la familia y aquel trozo de moño postizo en color negro, también se lo probaba. La curiosidad era innata en ella, todo lo curioseaba. A veces cuando nadie sabíaencontrar algo, ella siempre lo encontraba, no por magia, sino por curiosidad.
María volvió en sí , dejó pasar los recuerdos de infancia y ¿qué hacer con aquel anillo de plata y ónix?. Decidió dejarlo en su sitio, en su joyero de viaje en color plateado, oculto, escondido, no le había traído muy buena suerte, pero era incapaz de tirarlo por un recuerdo unido a él.
Y es que cada persona es un universo en pequeño, por insignificante que alguien sea en nuestra vida, todos somos importantes, y de todos aprendemos cosas, la valentía, la osadía, cualquier cosa nos puede enseñar una sóla persona en un momento determinado.
FIN.
Autora: María Mercedes Osuna.Imágenes propiedad de la autora.Mi blog enulisesaventura.blogspot.comMis libros en amazon.esyen bubok.es