Este año llega a su fin...y lo vamos a despedir con todas las ganas del mundo, sin pena alguna.
Ya podremos decir adiós al año del tapabocas, un año que nos ha enseñado a valorar lo poco o mucho que teníamos, que nos ha enseñado sobre todo el valor del momento, el no dejar nada para mañana.
Para mí que soy doña besucona, ha sido difícil y para ti, que eres don abracitos, se te ha hecho cuesta arriba.
Pero estos fueron nuestros menores problemas, lo más difícil de todo ha sido precisamente el mantenernos apartado de todos, el decir adiós a quien no le tocaba y el no poder cuidar de quien más mimos necesitaba.
Este año no habrá niños corriendo por mi casa, ni el jaleo habitual de los mayores, no nos molestará el poco espacio (aunque a mí eso nunca me importó), y también me sobrarán algunas sillas y me faltarán algunas risas. No tendré fotos de familia ni habrá prisas por preparar las uvas.
Este año ha cambiado hasta la forma de tratarnos.
Nos ha golpeado donde más nos dolía y los que podemos contarlo, quedamos agradecidos y asustados.
Hemos lamentado el preocuparnos por cosas que no se merecían esa atención, y nos olvidamos que siempre lo que importa es el aquí y el ahora, el valor de un abrazo, un apretón de manos, una sonrisa a tiempo, un beso a destiempo, un gesto amable, una mirada cómplice...todo eso se nos olvidó y este año nos frenó en seco...para pensar.
Tendremos sin duda una batallita más que contar cuando seamos viejitos, y aún dudo de si seremos mejores personas después de todo. Tal vez...pensándolo fríamente, 2020 vino a mostrarnos lo mal que lo estábamos haciendo todo y nos dio una nueva oportunidad.
Así que, para este 2021 solo quiero salud, tener más tiempo para estar con los míos, disfrutar de cada ratito, que no me falten las risas, ni los besos, ni los abrazos, de lo demás... ya iremos viendo. Pero si me falta todo esto, me faltará la vitamina principal para seguir viviendo.
Y para ti que estás leyendo esto, te deseo lo mismo, mucha salud y buenos momentos.