Sobre Haydn ya se ha dicho todo lo que se podía decir. Y seguro que hasta por demás. Así que nos ahorraremos biografías repetitivas, anécdotas de dudosa fiabilidad y loores encomiásticos apologéticos sobre su magna obra y su influencia en siglos posteriores.
Si acaso, una recomendación, una curiosidad y una cita literaria. Y, por supuesto, escuchar su música.
La recomendación, en forma de libro: Joseph Haydn y el cuarteto de cuerda, de Miguel Ángel Martín, profesor de la Universidad de La Rioja, publicado por Alianza en marzo de 2009 dentro de su colección Alianza Música. No se preocupe quien se considere un simple aficionado, pues el autor le llevará por los cuartetos de Haydn con suavidad, sin complicaciones teóricas. Como señala el propio autor en el prólogo, "este libro aspira a servir de introducción a los cuartetos de cuerda de Haydn y al contexto histórico en que se compusieron, tratando de proporcionar algunas claves que faciliten la comprensión de esta música tan extraordinaria", porque "Haydn fue nada menos que el 'inventor' de dos de los géneros instrumentales que la posteridad acabaría situando como piedras angulares de la historia de la música: la sinfonía y el cuarteto de cuerda", y "el corpus de cuartetos de Haydn ha sido erigido como uno de los principales monumentos musicales de la historia de la cultura occidental".
Particularmente, siempre he pensado que si un día aterrizara un extraterrestre junto a mi casa y me pidiera que le explicase en un idioma inteligible para todos los seres del Universo la cultura de esta parte occidental del mundo, le pondría uno de mis discos de Haydn y le diría: escuche.
La curiosidad, una carta que dirigió Mozart a su amigo y maestro tras componer un grupo de seis cuartetos de cuerda:
Viena 1º de septiembre de 1785.Fuente: Mario Lavista, Texto leído en el recital que ofreció el Cuarteto Latinoamericano, el 12 de septiembre de 2006, en el Aula Mayor de El Colegio Nacional.
A mi querido amigo Haydn.
Un padre que había decidido enviar a sus hijos al vasto mundo, estimó que debía confiar su protección a un hombre muy célebre entonces, y que, por una feliz circunstancia era, además, su mejor amigo. Así es como, hombre célebre y amigo muy querido, yo te presento a mis seis hijos. Son, en verdad, el fruto de un largo y laborioso esfuerzo, pero la esperanza, que muchos amigos me han dado, de verlo, al menos en parte, recompensado, me ha alentado, persuadiéndome de que estas creaciones me serán un día de algún consuelo.
Tú mismo, muy querido amigo, la última vez que estuviste en esta capital me demostraste tu satisfacción. Esta aprobación por tu parte es lo que me animó más, y es por lo que te los recomiendo con la esperanza de que no te parezcan indignos de tu padrinazgo. ¡Complácete, pues, en acogerlos con benevolencia y en ser su padre, su guía, su amigo! Desde este instante te cedo mis derechos sobre ellos y te suplico en conciencia que mires con indulgencia los defectos que el ojo parcial de su padre pueda haber visto, y conserven, a pesar de ello, tu generosa amistad. Soy de todo corazón. Tu sincero amigo.
W. A. Mozart
Como ven, un auténtico compositor 2.0 del siglo XVIII.
La cita la dejaremos para una entrada posterior. Ahora les dejo con una pequeña muestra de ese microcosmos del cuarteto que, según la tradicional definición atribuida al propio Haydn, es una conversación en igualdad de circunstancias entre cuatro personas inteligentes.
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