Revista Literatura
El apartamento
Publicado el 13 septiembre 2011 por RafaelblancovazquezEstaba viendo comer al gato en la cocina. De repente reparó en un cuchillo que había por ahí. Se preguntó cómo sería agarrar el cuchillo y clavárselo al gato. En el vientre, por ejemplo. ¿Qué haría el gato? ¿Lanzaría un chillido desgarrador? ¿Se desplomaría? ¿Le atacaría? ¿Le daría por huir, regando de sangre el apartamento? ¿Y qué haría él? ¿Lo seguiría despacito, sin prisa alguna, como los psicópatas de las películas? ¿Cómo lo remataría? Pensar en la sangre le procuraba un sentimiento primero de embriaguez y enseguida de pereza. Sangre por todas partes que tendría que limpiar él mismo, la maldita cotidianidad que todo lo ensucia. Pensó que su instinto cazador había quedado reducido al terreno de la seducción y que últimamente le había dado por pegarles fuerte en el culo a sus amantes, a veces en la cara. Guantazos que ellas disfrutaban y le devolvían con menor intensidad, como pidiendo perdón por ser castigadas. ¿Pero cómo sería la visión de las tripas del gato? Pensó en el olor a mierda de las tripas de Santiago Nasar y se dijo que no había nada que hacer, que su contacto con las vísceras era puramente intelectual. El gato terminó de comer, maulló y se frotó contra sus piernas. Él consideró las diversas posibilidades que le ofrecía esa tarde. Ir al cine, salir a tomar algo con amigos, pasear, presentarse en casa de Cecilia. Decidió empezar una nueva novela policíaca.
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