El granjero seguía una ruta cualquiera al manejar su tractor, su sombrero de paja no parecía darle mucha protección contra el implacable sol y a veces una que otra gota de agua le salpicaba a la cara, pero nada de eso parecía importarle. Se lamentó de tener tanto tiempo invertido en eso, su existencia estaba en ruedas de un tractor, con un arado detrás de él, que parecía ser su condena que arrastraba allí donde fuera. Se limpio el sudor de la frente, pensando por qué escogió llevar una vida tan sacrificada, pensando si escogió realmente o solo hizo algo sin saber porque, como un autómata, como un pobre hombre que hace lo que hace porque si, porque la vida es así. —¡Carajo!, ya estoy harto de arar mi vida —Maldijo el granjero.
El hombre se puso de pie sin bajar del tractor, se quito el sombrero y de un salto se zambullo en la mar infinita, encima de la cual aun marchaba su tractor.
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El arado
Publicado el 06 enero 2011 por QuiquecTambién podría interesarte :