Algunos desesperados, victimas quizás de un olvido indeseado o simplemente personas obcecadas, dispuestas a tratar que sus determinaciones sobreviviesen aun al olvido mismo intentaron colgarse de sus ramas, poner fin a sus vidas de una manera romántica y paradojal puesto que el suicida que pendiese de esas ramas seria ya un ser inocente, ignorante del móvil del crimen, víctima de una tragedia ya ajena. Nadie pudo, sin embargo, superar el poder del árbol. Nadie fue capaz de saber qué hacer con esas sogas que junto a alguna que otra arma de fuego quedaron para siempre colgando de las gruesas ramas, dándole al árbol una apariencia tétrica durante las noches iluminadas por la luna.
Finalmente, como si se tratase de un castigo, quienes tuvieron la osadía de tratar de manchar con su sangre al árbol, vagaron el resto de sus vidas acompañados de una tristeza indefinible, heridos de una melancolía que ya no los dejaría pues no tenia causa ni nombre, ya era parte misma de su ser.En medio de estas paradojas y extrañas condenas provocadas por el olvido caminaban temerosos los niños de Bermejo que se enfrentaban al gigantesco árbol todos los días mientras iban a la escuela y luego al volver a sus casas. Ellos no deseaban olvidar. Quebraba la mentira del olvido sus cortas vidas así que evitaban la vereda del árbol. Además este arruinaba sus esfuerzos por aprender. Oscuramente, ellos de vez en cuando percibían clandestinas figuras espectrales balanceándose en las ramas o acurrucadas como perros sin dueños en el suelo, a la sombra del gran árbol. Eran estos, probablementeUn día llegó, sin embargo, en que el árbol preparaba como cada año sus flores como copos blancos en que semillas yermas esperaban el viaje a la nada cuando una terrible tormenta cayó y mojó todo Bermejo, una tormenta llena de truenos furiosos que callaron al pueblo lleno de cómodos olvidos y recuerdos abandonados y en medio de ella rayos como maldiciones llovieron sobre la tierra, sobre las casas impávidas y sobre el árbol también. La tierra se estremeció esa noche como gimiendo. El árbol del olvido dio también suspiros agónicos al ser herido por un tremendo rayo que lo golpeó, que quebró la mitad de su copa y la derribó en tierra. Esa noche en medio de la tormenta nadie oyó el murmullo del árbol, como de dolor, como de pena, como de alegría de viejos esclavos que al fin viesen la luz en medio de la noche cerrada, mojada, estremecida.La mañana siguiente Bermejo amaneció bajo un persistente viento que se llevó las nubes pero que también esparció las semillas del árbol a lo largo de calles y jardines. El pueblo estaba nevado de pequeños copos blancos, tan infértiles como cada año pero dando cuenta igualmente de la llegada de la primavera. El árbol herido no funcionaba mas según pudieron comprobar sus deudos desconsolados que no pudieron reemplazarlo por la cerveza de los bares ni por la televisión.Sin embargo, cosas aun más extrañas se verían en el ahora desconsolado pueblo. Bermejo, lugar tranquilo hasta en sus crisis que estallaban sin más preámbulo que un saludo, se empezó a sacudir con viejas reyertas hacia años enterradas, hubo quien luchó por reabrir el viejo club de fútbol, cerrado hacia cincuenta años. Otros recordaron las luchas contra la Forestal, Otros más se apasionaron por las viejas guerrillas que combatieron contra la dictadura. El pueblo floreció de pasiones y activismos diversos. En medio de la entrega, de la euforia del pueblo elevado por esas Causas nadie notó (cosa que hubiese extrañado a cualquier forastero) lo inusual de ver a los empresarios recordando las consignas de los desposeídos, a los militares recordando los derechos sociales, a los jóvenes despreocupados anhelando trincheras y metrallas. Es que el árbol, al ser herido por un rayo durante la tormenta había liberado a los cuatro vientos los recuerdos encerrados durante décadas y, estos, habían sido tomados al azar por los vecinos.Extraño pueblo, Bermejo que, habiendo recibido la oportunidad de sacrificar sus recuerdos para poder sobrevivir, recuperó en una sola noche las pasiones que muchos no conocen a lo largo de toda su vida.Extraña cosa, también, la memoria. Susceptible de ser bien fungible, de ser regalada, perdida, heredada, recuperada o hallada. Y aun siendo tan volátil su materia es capaz de llenar cabezas y corazones de coraje y sentido.