Hay una árbol en la esquina de un páramo que durante años me ha visto crecer y yo he visto como revive después de un frió glacial o una tormenta invernal. Cada año sus hojas caen, cada año pierde vida y dureza, cada año, mientras que el frió azota mis orejas, veo como el árbol que me ha visto crecer vuelve a tomar color, poco a poco las hojas vuelven a salir, poco a poco endereza sus ramas y las hojas toman color.Siempre, desde niño, creí que mi madre cuando se pone blanca como un fantasma, llora y tiene los ojos tristes es porque le ha llegado su momento, el momento como el del árbol que pierde vida, para luego volver a crecer fuerte y menos débil. Veo a mi madre desfallecer y todos me miran directamente, pues lo único que ven en mi es una sonrisa de oreja a oreja. Lo que no saben es que estoy lleno de felicidad, mi madre se recuperará. Su piel tomara ese color lechoso de siempre, sus ojos brillaran y la sonrisa de mi madre asomará de las profundidades...Pero que equivocado estaba, ahora, casi a la par, vuelvo al páramo, a seguir observando el árbol que me ha visto crecer, donde junto con un libro me siento bajo las ramas que me cubren del fuerte sol y terriblemente me doy cuenta que ya no tiene color. Hemos llegado a primavera y no hay ni una sola hoja en las ramas, todo es blanco grisaseo, el árbol cada ves está mas torcido. Y mi madre, ahora lo veo... después de tanto años no se recuperará y terminará seca, triste y muerta como el árbol que me vio crecer.