El Arpa de Barro. Algún soplo de vacíosestuvo arpando su ...
Publicado el 08 septiembre 2013 por Víctor José Guindo Singh
El Arpa de Barro.Algún soplo de vacíosestuvo arpando su membrana......La piel húmeda de los dedos se quedó adherida a los delgados carámbanos; al tratar de retirar las manos, la piel se separó de los dedos provocándole un vivo dolor de quemadura rasgada...; el relámpago deslumbrante y un chasquido ensordecedor fueron la señal para el desplome simultáneo de todas las fuentes celestes... El agua que bajaba por su cuerpo le enceguecía y le ahogaba mientras parecía flotar en una espiral ascendente o que una sierpe, húmeda y fría, le abrazaba en una intención de principio y fin... La sangre que brotaba de sus manos, más húmeda aún, flotaba sobre el barro y juntos descendían hacia no se sabe cuál río, formando una caprichosa maraña de pequeños remolinos coloreados de todos los matices bermejos... Se incorporó a medias notando, de inmediato, su cuerpo seco y caliente, pero al mirar sus manos pudo distinguir unos trazos sutiles y paralelos, coloreados del rosa tierno inconfundible de las cicatrices recién despostilladas... Convencido de su estado no pudo distinguir, a pesar de esto, entre una vigilia soñada ó tan inseparable de un sueño recurrente que había terminado por formar parte del mismo... Una voz, que nunca llegaba desde algún sitio inmediato, volvió a susurrarle: “-Con barro en las manos, entre el polvo de agua que flota en la cascada, justo donde el arcoiris entra en la hoya a beber...-” Le ardían las manos, los dedos estaban entumecidos y se negaban a obedecer cualquier mandato de su conciencia... Se tumbó de nuevo hasta que el hambre pareció anunciarle una definitiva ubicación fuera de toda sospecha de ensueño... Frente al cuenco de los alimentos notó que comía barro con sangre...; escupió lo que tenía dentro de la boca y se fue al lecho donde se tendió otra vez, mirando hacia las vigas hasta que se le antojaron altas, distantes, envueltas entre las nubes que parecían sustentarlas... Inició el movimiento de sus manos húmedas hacia el haz de rayos enmarcados, perfectamente individualizados y fluyendo como chorrillos de un líquido puro y centelleante; casi al tocarlos sintió el frío que venía de los cristales... No supo si se había incorporado... La Voz volvió a susurrarle aquel mensaje incomprensible... Comenzó a correr hasta que, agotado, sufría una caída tras otra; jadeante y exhausto se vio frente a una cascada y comenzó a comprender... Tomó barro y se adentró en la hoya, buscando el sitio donde bebía el arcoiris...; la espuma y el polvo de agua lo sofocaban, pero sentía una alegría salvaje... Sin comprender por qué le dio forma de marco al barro y lo elevó sobre su cabeza...: delgados hilos de húmeda luz cruzaron el marco en haces perfectos...; los acarició con los dedos y entonces se hizo un silencio total, pudo ser por un instante o por un milenio; La Voz susurró con firmeza: “-¡Si estás dormido, no despiertes!... ¡Si estás despierto, no vuelvas a dormir!-”... Cuando volvió a mirarse las manos, no pudo encontrar rastro alguno de antiguas cicatrices.