Vivió todas las vidas que quiso. Amo a personas diferentes, se dedicó a diferentes profesiones. Pero, aún teniendo mil oportunidades de buscar la tan ansiada felicidad, era desdichado. De repente tocaba las nubes con la punta de sus dedos y al momento de siguiente su cara chocaba contra el asfalto. No sabía ser de otra manera. O amaba u odiaba. Y cuando esto último pasaba, desaparecía y comenzaba otra vida en otro lugar, eligiendo otras cosas.
Era una locura. Pero así había decidido vivir. Cuando aquel hombre se presentó en el quicio de la puerta de su casa, lo dejó pasar sin preguntar. -"Si está aquí es por algo", se decía. Le dio el poder de retroceder en el tiempo a cambio de ayudar a recopilar información sobre un antiguo estudio científico que se hizo añicos en un incendio, años atrás. Solo escuchó. Tomó aquel suero, y cada Martes iba a aquel agujero y se lanzaba sin dudar, allí estaba su futuro, su nueva vida y también su pasado. Vivía aquellas nuevas vidas solapabas en viejas decisiones que pudo tomar. A veces solo tardaba unas horas, otras tardaba meses. En algunas vivía conformándose con su vida, y después de una vida larga, se moría de viejo sin grandes dramas ni glorias. Otras veces, vivía intensamente, disfrutaba del amor, del éxito y la felicidad más plena, y sin quererlo un día lo atropellaba un coche. En el momento en el que moría tenía que volver a la realidad. Y cada vez que lo hacía se moría un poco más por dentro.
Vivir otras vidas se había convertido en su único modo de sentir, pero la luz de su vida real, a la que había renunciado sin saberlo, se apagaba también.