El “asado para todos” y otras ocurrencias folclóricas

Publicado el 13 junio 2013 por Perropuka

Foto: Télam

El lunes pasado fui a comprar mi provisión de pan para tres días a la panadería de la cual soy casero. Al fijarme en las cajas, al instante me di cuenta de que el tamaño de las marraquetas había disminuido sustancialmente. Y luego la dependienta se encargó de empeorar la noticia: el precio se había incrementado en un 20% por unidad. Nos fajaban por duplicado. Aún recuerdo que antes de la llegada de Evo al poder, podíamos comprar hasta cinco unidades por 1 Bs. En estos siete años, los precios han escalado tanto que ahora apenas se puede comprar dos unidades por 1 Bs. Y ahora el colmo, muchas panaderías empiezan a vender a 60 o 70 centavos por unidad. Quién sabe, al ritmo que vamos, pronto se redondeará a 1 Bs la pieza. Y todavía hay mucha gente idiotizada que sostiene que vivimos mejor que antes. 
Todo por la culpa de la harina y la manteca; la escasez, la especulación, la sequía y otros pretextos. Ahora el gobierno suelta la excusa de que la Argentina no está produciendo suficiente trigo. ¡Vaya!, los hermanos gauchos tienen la obligación de darnos el pan de cada día. Complicadísimo resulta para nuestros burócratas establecer planes de contingencia. Siempre esperan que los productos escaseen para importar a toda prisa, con la consiguiente mala calidad de los insumos, como se quejan constantemente los panificadores. Los planes agrícolas son letra estéril y los tractores flamantes, juguetes para que Evo juegue al granjero. Qué bonito se ven los spots propagandísticos con el letrero de Soberanía Alimentaria. Quisiera vivir en ese país de las mil maravillas.
Ya sabemos hasta el hartazgo lo que ocurre en Venezuela. Acá, hace rato que venimos coqueteando con el alza de precios en productos sensibles. Un tiempo escaseó el azúcar y Evo el Austero propuso que consumiéramos más miel, como el pobre no tiene tiempo para leer, no se había enterado de que este manjar cuesta por lo menos cuatro veces más. Tampoco conocía el dato de que había que importar más abejas obreras. Así pretenden endulzarnos la vida, dando caña con el discurso almibarado del Vivir Bien (en Ecuador le llaman Buen Vivir por razones de copyleft) que sólo se manifiesta en los vibrantes eventos sociales que los jerarcas y los jefes de los sindicatos afines comparten. Y así entre brindis y canapés, “socializan” las nuevas leyes y políticas, pretendiendo inventar la pólvora. Zanganismo en su pantagruélica expresión.
Algo pasa con los gobiernos rabiosamente revolucionarios de la región, coincidentemente a varios de ellos los azota el desabastecimiento y la inflación. A este selecto club de países fértiles pero extrañamente improductivos, se acaba de sumar la Argentina, estereotipo de la mejor carne del mundo. Yo hasta había imaginado que los argentinos recibían a sus invitados con un asadito en el aeropuerto así como nosotros acogemos con guirnaldas y ponchos. En el colmo del absurdo, el régimen kirchnerista viene implementando hace algún tiempo el programa “Asado para Todos”, una medida populista para la foto, pues ya mucha gente se ha quejado de que la carne que venden en esos establecimientos está más dura que chivo viejo y llena de grasa. ¿Acaso no se decía que en la tierra de Martín Fierro, la carne y el vino eran más abundantes que la leche y la miel?
Como si esto no bastara, se pretende arrullar a la población descontenta con planes surgidos de una mente pasada de revoluciones: “Heladeras para Todos” cuando apenas hay carne que refrigerar, “Milanesas para Todos” (como si Evo se pusiera a controlar el precio de nuestro sándwich de Chola), y para Semana Santa sacaron el originalísimo “Merluza para Todos”. A un ritmo febril, se han dado a la tarea de controlar 500 productos cuyos precios deben permanecer congelados en los supermercados. Titánico esfuerzo que ha movilizado a las juventudes kirchneristas, a quienes doña Cristina les esbozó un simpático plan “Mirar para Cuidar”, con chalequitos y todo, vamos. A tiempo de instruirles, los despidió con un gran grito de guerra anticapitalista: “¡Adelante mis valientes!”.
Pero faltaba el último toque a la obra maestra. En un alarde de creatividad el gobierno puso en práctica el Cristina’s fashion, programa oficialmente conocido como “Ropa para Todos”, pues es indignante que los súbditos argentinos no puedan adquirir un pantalón a precios asequibles mientras la reina del baile encarga su vestuario a las tiendas mas chics de París. Tan infantiles serán nuestros vecinos que incluso mamá Cristina les recomienda que adquieran el kit completo: camisa, jean, remera, zapatillas (aunque no se habla de calzoncillos). Paralelamente hace algún tiempo atrás, el gobierno de Evo sacó su propia línea de ropa, a precio de saldo y que es más ordinaria que el algodón chino de docena. Con bombos y platillos anunciaron que exportarían a Venezuela y Cuba, países que, por cierto, no están en situación de mostrarse exigentes con la calidad. 
Así nos va, con ministros chapuceros que nos dicen qué comer y dónde comprar. Aparte de uniformizar el pensamiento, ahora nos quieren uniformizar el vestuario. No sé quién es más merluzo; la tropa de gobernantes émulos de Mao o la gente cándida que los ha reelegido.