En Entrevías, la jerarquía de la panda también se reflejaba en el Supermirafiori. Encajonado en las plazas traseras, sin posibilidad de promoción hacia el puesto de copiloto, su dedicación a la farla rozaba ya la adoración.
Desde el parabrisas, las rayas blancas de la calzada se fundían en una continua, mostrándole un nuevo camino. La ambulancia, lenta, se encargaría del resto.
Etiquetas: microrrelatos, macdito