Lástima que no quedara nadie más para comprenderlo.
Revista Talentos
En cuanto se asomó al ventanal perdió todos sus prejuicios. En aquel silencio, roto levemente por el zumbido sordo de la electrónica, vio la belleza de un mundo sin fronteras ni barreras y fue consciente de la sinrazón y estupidez humanas.
Lástima que no quedara nadie más para comprenderlo.
Lástima que no quedara nadie más para comprenderlo.