Imagen: Nicolas Nova - Flickr
Como ocurre con tantas ciudades del mundo, Bruselas tiene también su símbolo, un monumento que define la ciudad y sirve para que sea reconocida a nivel mundial. El Atomium se ha convertido en la imagen más característica de la capital belga, y figura como lugar emblemático en todas las guías.
Esta construcción representa la forma que adoptan los nueve átomos que componen una molécula de hierro, a una escala 1:165.000 millones de veces. Está compuesta por nueve esferas de alumino y acero de 18 metros de diámetro, unidas entre sí por tubos transitables a través de los cuales se puede subir hasta lo más alto.
Se trata de una construcción realizada con motivo de la Exposición Universal que se realizó en la ciudad en el año 1958, y al igual que otros grandes monumentos como la Torre Eiffel o el Poble Espanyol de Barcelona, su éxito fue tal que superó los seis meses de instalación para quedarse como monumento representativo de Bruselas.
Cada una de las esferas contiene exposiciones sobre el monumento, la construcción de Europa tal y como la conocemos hoy e incluso una cafetería, en la que se pueden escuchar canciones representativas de los países de la Unión.
Unas largas escaleras unen las diferentes esferas, y desde la más alta, se puede ver como los más intrépidos se tiran en tirolina hasta llegar al parque en el que se alza el monumento.
Es fácil llegar hasta allí, ya que una línea del metro, ya convertido en tranvía en esa zona, llega hasta allí. En el mismo recinto se puede encontrar un centro comercial dedicado al ocio y el Parque Mini Europa, que tiene reproducciones de los principales monumentos del continente realizados a escala. Y presidiéndolos todos, la inmensa y espectacular mole del Atomium.