El autobús

Publicado el 30 noviembre 2011 por Beatrizbeneitez
Beatriz Benéitez. Santander
Esto que veis es un autobús. Sí, sí, un autobus, con pasajeros, asiento para el conductor, e incluso con maletero. Bueno, no se por qué doy tantas explicaciones, si es evidente ¿No?. La cuestión es que... esto me hace preguntarme en qué momento pasamos de ser creativos, a tener cerebros totalmente influenciados por los mensajes que paren las retorcidas mentes del mundo del marketing: anuncios en los medios, banners, vallas publicitarias, folletos, escaparates...Este autobús lo han hecho las peques: un balancín, varios cojines, almohadas, algunos peluches y un pupitre que casi no se ve pero que, al parecer, es el maletero. Lo mejor de todo es que, si llueve, lo hacen cubierto. Quiero decir que ponen encima de los peluches unas mantitas de cuando eran bebés, "para que no se mojen, mamá". Y así se pasan horas: un autobús, un tren, una casita... Y yo veo esto y pienso: tienen un montón de muñecas, una cocinita, juguetes y juegos de marcas conocidas y desconocidas, puzles, cuentos... Pero juegan con algunos objetos que hay en su habitación y que, al menos a priori, sirven para otras cosas. Y con una herramienta potente: su imaginación. Y es evidente que se divierten.
Nosotros también nos divertíamos: jugábamos a mil cosas con un balón; al escondite, con nada; a la zapatilla por detrás; a un dos tres carabín carabán; a verdad, consecuencia o beso; a las comiditas con agua, tierra y unas hierbas; hacíamos una pita con una tiza, jugábamos horas con un saquito de canicas y a la goma con un elástico de la mercería. Pero no vamos a caer en el tópico de idealizar tiempos pasados, porque también nosotros pedíamos a los Reyes juguetes que veíamos en los catálogos o en la tele (el hula-hop, el monopoli, los lego, el barco pirata, el escalectric o el sts 4x4, los patines, las maquinitas...). Sin embargo, no puedo evitar que ver a las peques con su autobús me traiga recuerdos. Como cuando abrimos unos palés de ladrillos que habían dejado en el patio para hacer alguna obra, y nos hicimos muebles de oficina ladrillo a ladrillo (baldas, mesas, sillas), para jugar a ser mayores. No vimos la cara de los obreros cuando llegaron el lunes; pero nos la imaginamos. Y seguro que ni siquiera entendieron que aquello había sido una oficina de fin de semana. Se que es inevitable que llegue el momento en el que quieran tener lo que ven en la tele o en internet, o lo que tienen sus amigos. Pero por ahora... espero saber ayudarlas para que conserven la capacidad de imaginar. Porque, en realidad, lo que me dan es envidia.