Revista Talentos
Esta mañana he recibido una extraña llamada. "¡Mi bebé ha muerto! ¡Ayúdale!", aulló una mujer histérica, y colgó. Con el teléfono todavía en la mano me di cuenta de que reconocía aquella voz: era la mía. Y entonces fui consciente de que no oía el habitual llanto de mi pequeño.