Hace varias semanas, y en medio del más cruento de los azotes de la actual crisis económica y social que estamos padeciendo, saltó una noticia referida al BBVA. Su consejero delegado se prejubilaba. Hasta ahí, todo correcto. Es normal que cada hijo de vecino al alcanzar la edad de jubilación (o de prejubilación, que aún está más a la moda) abandone su actividad profesional y pase a engordar la ya abultada lista de pensionistas. Lo que me parece un verdadero atraco a las arcas de este país, y más particularmente a los ciudadanos de a pie es la negociación de esa jubilación. ¿En qué país se ha visto que en una época en la que están viniendo mal dadas y con una grave crisis económica el consejero delegado de uno de los principales bancos del país pacte su prejubilación y reciba tres millones de euros al año como pensión de jubilación? Increíble pero cierto.
Tal y como suena el consejero delegado del BBVA cobra tres millones al año en concepto de jubilación, amén de los beneficios que genere la entidad bancaria y amén de otros pesebres que los mundanos desconocemos, pero como de tontos no tenemos un pelo, intuimos. No es justa esta medida. Tiene mucho antipopular y amoral. En tiempos en los que entidades sociales, como la Asociación Gijonesa de Caridad, llamada popularmente Cocina Económica, ha aumentado considerablemente el volumen de los servicios que ofrece, y ya no sólo a los sin techo, sino a otras capas sociales en las que la crisis se manifiesta con especial virulencia. Son más de noventa mil comidas las que ofrece anualmente esta popular entidad social a quién llama a su puerta. Pero estoy seguro que uno de ellos, de esos pobres que piden ayuda para sobrevivir en esta jungla es precisamente el consejero delegado del BBVA. Su jubilación, no me cabe ninguna duda le obliga a hacer muchos números para llegar a fin de mes sin déficit.
En aquel momento hubo ruido, pero no demasiado. Algunas voces discordantes, incluso de puertas a dentro de La Moncloa, expresaron su disconformidad y la opinión pública se cabreó. Pero no demasiado porque las voces se ahogaron pronto. Como siempre, España es un país de conformistas. Y así nos va. Nadie ha levantado la voz con la energía suficiente para que Goirigolzarri reconsiderase su pacto. Ha pasado un mes, más o menos, de aquella hazaña bancaria. Y ya nadie se acuerda de Goirigolzarri. Todo hijo de vecino da por buena esa medida, asienta y calla.
A las dos semanas de aquella magnífica prejubilación, los ciudadanos de a pie mostraban su disconformidad y su pesimismo ante la actual crisis. El escenario era el perfecto. Los actos conmemorativos del Día de la Fiesta Nacional en el madrileño y tradicional Paseo de la Castellana ante unos testigos de excepción. La Familia Real y las más Altas Instituciones del Estado. En este mismo foro fui muy sincero al respecto. Si bien la política económica y social del Ejecutivo es un fiasco manifiesto, aquel no era el escenario adecuado para que los ciudadanos vocearan e insultaran al propio Presidente del Gobierno. Denuncié aquellos improperios en este mismo foro porque lo cortes no quita lo valiente. Y aquél era un evento puramente institucional. Para nada era un acto político.
En este país idílico que estoy describiendo, hace unos días, la Unidad de Investigación del Hospital de Jove, en Gijón, y la empresa biotecnológica, Projech presentan precisamente un novedoso hallazgo científico que abre una puerta más que esperanzadora para los enfermos crónicos y también para los afectados de patologías autoinmunes. En el útero humano existen unas células con un extraordinario poder regenerativo y curativo de los tejidos dañados. La investigación realizó la Unidad de Investigación del Hospital de Jove de Gijón y se habían utilizado más de cien muestras de donantes asturianos.
La empresa Projech y el propio Hospital de Jove (a través de la Unidad de Investigación) han trabajado conjuntamente en este proyecto consiguiendo unos excelentes resultados que suponen una gran oportunidad de desarrollo económico para Gijón y la región asturiana en general.
Hasta ahí la historia es bucólica en demasia. Pero, sin embargo, sería importante dejar el “País de las Maravillas”, y aterrizar con pies y cabeza. En este tipo de proyectos si bien es importante la implicación de la población implicada, como pacientes, familiares y la comunidad científica y médica, todavía es más importante la implicación de las Administraciones Públicas y de la iniciativa privada. Y si mi apuran aún más, la primera ayuda ilimitada tendría que venir desde las altas esferas de los propios centros hospitalarios. No es de recibo que el gerente del propio hospital no sólo haga público y manifiesto su escepticismo sobre el asunto, sino que desde su sillón ponga todas las zancadillas que están a su alcance para que este proyecto no llegue a buen puerto (aunque desde el hospital se divise El Musel). Al verlo actuar y al analizar su comportamiento sólo hay un denominador común: se siente frustrado por su manifiesta incompetencia y siente rabia porque investigadores prestigiosos del hospital triunfen de forma arrolladora. Por fortuna, un día él dejará la gerencia del hospital y nadie se acordará de su gestión, mientras que a los otros, todo el mundo los quiere, los apoya. Es la diferencia.
Como cualquier avance científico, el desarrollo de este proyecto es caro, muy caro, y se necesita la ayuda de todos. “Hay que sumar, porque esto no es el final, es el principio de un camino duro y difícil” ha expresado el director de la Unidad de Investigación de este proyecto. Pero claro, ya sabemos la importancia que en este país se le da para cualquier proyecto científico y biotecnológico. Por esta manifiesta ayuda, el mundo está plagado de investigadores españoles que no necesitan salir de España para que su trabajo sea apoyado e incentivado. O sea, y expresado en un lenguaje excesivamente coloquial, hay dinero para muchas cosas menos para proyectos científicos de esta importancia. Estamos en España, no lo olvidemos. En medio de este paisaje aún choca más que los próceres autonómicos no hayan tenido tiempo para recibirles, a pesar de que hasta los Príncipes de Asturias están muy interesados en el proyecto científico y sus repercusiones de futuro. Nadie abrió ninguna puerta regional. Estarán hablando con Goirigolzarri y estudiando la posibilidad de que el propio ex done la jubilación que él pacto para todo un año en beneficio del proyecto y de sus aplicaciones de futuro.
Es muy fácil. Lo que cobrará este hombre a lo largo de un año es el dinero que esta investigación necesita para llegar a buen puerto. Es triste, pero la realidad es ésa. Cuando empiece la clínica de este proyecto, sólo en Asturias habría más de ciento cincuenta mil personas a las que una posible curación por medio de estas células le posibilitarían recuperar la normalidad más absoluta de sus vidas. Mientras llega esa fecha, las autoridades callan, la iniciativa privada vuelve la espalda. Y, como siempre, se joden (con perdón) los propios enfermos y los investigadores, que temen que el recurso no llegue a puerto porque nuestros “ilustres” se dediquen a organnizar virreinatos, que últimamente están tan de moda. Y los enfermos cansados de esperar… sufrir Y el ex cobrando los tres millones al año. Una paraiso… vergonzoso.