Hace un par de días viví un día intenso y de contrastes, con referencia al cambio en el mundo que está teniendo lugar. Por la mañana acudí a una jornada titulada “Nuevos modelos de organizaciones para después de la crisis“, en la que diversos “expertos” del coaching y la organización de empresas expresaban su punto de vista, sus recetas mágicas y promovían las nuevas organizaciones y empresas necesariamente éticas para salir de la crisis y abandonar el viejo paradigma neocapitalista que invade nuestro mundo actual.
Salvo algunas excepciones que no citaré, oí palabras y sugerencias solo razonables, convenientes y creíbles, pero que no salían del corazón, sino de un nuevo tipo de management de empresa que está cobrando importancia en nuestro mundo actual. Seguramente la crisis y, sobre todo, la crisis de valores humanos en la esfera profesional y empresarial nos ha traído una revolución ética y, cómo no, necesaria, para recobrar la sensatez y la humanidad de un Sistema económico y hoy caduco, que día a día se destruye a sí mismo…
Palabras y palabras que llegan a la mente y quizás harán por cambiar nuestras creencias y, como consecuencia, nuestro mundo decadente y solo racional. Pero el camino que proponen muchos presuntos expertos, aunque acertadamente apelan a la persona como eje del cambio, carecen de credibilidad suficiente pues muchas palabras son carentes de valores personales de quienes las dicen, pues no salen ni llegan al corazón. La verdad, suenan a “pose” o posicionamiento cool, de acuerdo a la nueva ética y estética que hoy se impone en la sociedad convulsionada…
Pero, horas más tarde, la vida me dió la oportunidad de contrastar la realidad actual. Acudí a otro acto en que alguien que hoy representa la espontaniedad, la autenticidad y la eficacia de los movimientos sociales populares que están logrando de facto cambiar las cosas, me mostró que no hacen falta palabras vacías, ni actos premeditados ni técnicas infalibles para alcanzar el encomiable cometido de cambiar y mejorar las cosas. Una popular Ada Colau, del movimiento PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), con palabras sinceras a ratos crudas pero siempre desde el corazón, lograba conmover y movilizar las conciencias de los asistentes variopintos en un acto en que conversaba distendidamente con Juan Diego Botto, célebre actor joven y activista social, desde la cultura. Un diálogo valiente y sincero bajo el título “El poder de la ciudadania ante la democracia secuestrada”, que les hubiera costado la prisión tan solo unos años atrás, durante la dictadura.
Dos caras de una misma moneda, con un mismo objetivo, pero los primeros, los expertos, desde la mente y la estrategia, mientras los segundos apelaban a la sensatez, la desobediencia civil y al corazón inquieto y actualmente dolorido por la injusticia y el creciente desequilibrio social. Misma meta, diferentes caminos. Lo trazado, articulado y demasiadas veces lucrativo, frente a lo espontáneo, lo sensato y lo emocional. Dos caras del mismo cambio.
Y reflexiono ahora que, aunque los caminos sean distintos y el fin último sea aparentemente igual, el resultado de uno y otro camino es distinto. Uno genera lucro y el otro, solidaridad espontánea, voluntariedad y altruísmo. Uno es elitista, el otro, populista. Uno viste con corbata y el otro, va de calle. Uno suena artificial, el otro, auténtico… Uno convive con el establishment, el otro es clandestino y eficaz, como una revolución imparable y genuinamente callejera. Seguramente cada uno tiene su público y sus adeptos, todos pretenden mejorar el mundo…pero algunos lo hacen efímeramente maquillando la realidad, mientras que los otros lo logran cambiando para siempre una actitud en la vida que obliga a perseguir -con actos concretos- lo que todos merecemos. Uno genera argumentos y contrargumentos, el otro, despierta al amor que ahuyenta el miedo!
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