Imagen por: Joe Beck (Unsplash)
Los años, trazos abiertos en el límite del cielo,
flores dormidas que desprenden aromas
y se encierran en frascos de efímera ilusión.
El amanecer, sueño que se extiende eternamente
hasta donde los ojos se cansan de ver,
boceto de un rostro pálido, sin sonrisa ni voz.
La luz, falsa esperanza que me ciega,
que no me reconoce y congela mis recuerdos
pintados al carbón, entre sombras y grises.
La lluvia, reflejo roto sobre los besos húmedos,
frágil deseo que nubla el lejano horizonte
y se desvanece en la huella de la vida que no vuelve.
El otoño, espiral que agitas mi alma a voluntad,
soplando las líneas torpes que se escriben
en el mapa de este camino invisible.
© Nur C. Mallart
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