Como ha comenzado el sprint final para todas las candidaturas, llevo varios días analizando la nuestra que, a priori (insisto, esto ya lo he vivido) es una de las favoritas. Lo que más llama la atención es la variopinta imponencia de las sedes que hemos presentado en el proyecto. Desde guiños a la historia, como Montjuic, a tracas de colorida estupefacción, como Badajoz o Murcia. Lo de Badajoz, por cierto, es para hacérselo mirar, al ayuntamiento, al gobierno autonómico o a la misma federación. Que me expliquen a mí para qué demonios quiere la ciudad extremeña un estadio, construido de nueva planta, con capacidad para 48.000 almas con sus respectivos cuerpos. Me parece que los portugueses nos la han metido doblada.
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Entiendo que para que le hagan chiribitas los ojos al Comité de la FIFA haya que presentar estadios sofisticados y ultramodernos, al estilo del “Nido” de Pekín, pero no le acabo yo de ver la rentabilidad a eso de convertir nuestras ciudades en un cementerio de elefantes. Y todo a cuenta de 30 míseros días, que es lo que durará el Mundial. Lean y juzguen.
Capítulo 1, ampliaciones de estadios
- Ampliación de Balaidos (Vigo) : de 32.000 a 42.000 localidades
- Ampliación de Riazor (La Coruña) : de 35.000 a 45.000
- Ampliación de El Molinón (Gijón) : de 25.000 a 40.000
- Ampliación de Anoeta (San Sebastián) : de 32.000 a 43.000
- Ampliación del Rico Pérez (Alicante) : de 30.000 a 40.000
- Ampliación de la Nueva Condomina (Murcia) : de 31.000 a 41.000
- Nuevo Sardinero (Santander) : 45.000 localidades
- Nuevo San Mamés (Bilbao) : 53.000
- Nuevo José Zorrilla (Valladolid) : 43.000
- Nueva Romareda (Zaragoza) : 50.000
- Estadio (seudo)Olímpico (Madrid) : 70.000
- Nuevo Mestalla (Valencia) : 74.000
- Nuevo Vivero (Badajoz) : 48.000
- Nueva Rosaleda (Málaga) : 45.000
- Nou Camp (Barcelona) : 98.000 localidades
- Montjuic (Barcelona) : 50.000
- Santiago Bernabeu (Madrid) 85.000
- Estadio (seudo)Olímpico (Sevilla) : 58.000
Podríamos comentar muchos otros aspectos, como que, a priori, aquí sólo salen beneficiados los que venían tirando de su carro. Que se lo pregunten a los leones bilbaínos, que andan de quebradero filosófico a cuenta del nuevo San Mamés; o a los chés, con su obra sin grúas, a medio hacer, del nuevo Mestalla. O la caradura de Gallardón, que a cuenta de los cinco aros olímpicos, lleva a pescozones al Atlético de Madrid.
El caso del Málaga, por otro lado, es diferente. Porque no dudo de que pueda llenar domingo a domingo un estadio de 45.000 asientos (aunque lo pongo en cuarentena, ciertamente), pero el caso es que, durante muchos años, hemos padecido con la “patética” imagen de ver jugar al equipo boquerón con un tablón de cartón-pluma de fondo, mientras renovaban en una obra interminable de 6 años la “nueva” Rosaleda. Cual tetris. ¿Y ahora no sirve? ¿Ahora es necesario un nuevo estadio?
Todos sabemos que la boyante época del ladrillo nos llevó a semejantes desmanes.
De todas formas, tengo una cosa clara. Que al final las Autoridades de Málaga habrán de desempolvar la vieja ceca de la taifa para forjar maravedíes a espuertas, porque cuando llegue el día anunciado, cuando se den cuenta de que el presupuesto para toda esta retahíla de ampliaciones y construcciones fue estimado a la baja, muchos de estos estadios se quedarán con su solución de chapa y pintura. Porque, puestos a priorizar, díganme qué elegirá el Gobierno de turno:
¿Nuevo San Mamés o Nuevo Vivero?
¿Nuevo Mestalla o Nuevo José Zorrilla?
¿Nuevo Estadio Olímpico de Madrid o Nueva Rosaleda?
Presupuesto, por cierto, que en un acto de hipocresía los dirigentes escriben de la siguiente manera: 2 mil millones de euros.
Seguramente porque 2.000 millones suena a caro y no te digo si lo exponemos en clave de B.
2 billones de euros.
Por mí, sinceramente, que arreen los nuevos ricos rusos con el Mundial.
Nosotros tenemos que ahorrar para los JJ.OO. (los Jodidos Juegos Olímpicos del Orto). Ya puestos... que vayan haciéndose la siguiente pregunta, porque al final todo se reduce a sentimentalismos: ¿Madrid o Nueva Delhi? ¿Madrid o Chicago? ¿Madrid o El Cairo? Así funcionan las cosas.
Los del COI ya se están frotando los ojos pensando lo “lindos” que quedarían unos juegos en la mítica ciudad de Samarkanda. Es cuestión de tocar la fibra sensible. Lo demás, se construye.