Alice Kellen
245 páginas
Autopublicado en Amazon
Echarle un ojo en digital y en papel
Esta es una historia de amor, de sueños y de vida. La de Valentina. La chica que no sabía que tenía el mundo a sus pies, la que creció y empezó a pensar en imposibles. La que cazaba estrellas, la que anhelaba más, la que tropezó con él. Con Gabriel. El chico que dibujaba constelaciones, el valiente e idealista, el que confió en las palabras «para siempre», y creó los pilares que terminaron sosteniendo el pasado, el ahora, lo que fueron y los recuerdos que se convertirán en polvo.
¿Qué hilos entreteje? La vida de Gabriel y Valentina, su historia. Una vida como cualquier otra, sencilla, sin nada más extraordinario que el amor o tal vez eso es lo extraordinario de esta novela: el amor que nos transmite.
«Te quiero a ciegas, por impulso, porque te siento aquí. —Te llevaste la mano al pecho—.»
El chico que dibujaba constelaciones
Además, la historia del amor de Gabriel y Valentina es también un pedacito de la historia de España desde los años 60 hasta la actualidad. Recordándome en cierto modo a la serie Cuéntame, Alice Kellen nos hace un difuminada fotografía de lo que sucedía en aquellos años en nuestro país. Y digo difuminada porque no se detiene en detalles, digamos que es el telón fondo, una ambientación en la que se destacan detalles históricos pero no se hace un desarrollo exhaustivo del contexto social y político de todos esos años. No es necesario, lo importante, lo que prima en estas páginas son nuestra pareja protagonista y lo que a ellos les atañe.
No obstante, hay un tema que está más presente a lo largo de toda la novela y es el de la liberación de la mujer en los años 70. Valentina forma parte de una nueva generación de mujeres que trata de romper con las normas y convenciones en aquel momento establecidas. Contribuirá a cocinar el caldo de cultivo de un movimiento que aún hoy perdura porque le queda mucho camino que recorrer, y a construir el pilar de las libertades que hoy día nosotras disfrutamos, y lo hará simplemente cambiando su forma de ver la vida y creyendo en sí misma. ¿Lo mejor de todo? Gabriel es quien siembra esa semilla en ella.
¿Cuáles son las tonalidades en las que se mueve? Sin lugar a dudas, es una novela romántica pero, sobre todo, llena de romanticismo.
¿Qué puntos, bajo mi punto de vista, favorecen el tejido? Me he creído esta historia a pies juntillas. He palpado ese amor, lo he sentido real y cercano (soy nacida en 1979 tal vez eso ha ayudado a percibir parte de sus vidas como parte de la mía). Les he tendido la mano a los personajes y he caminado con ellos logrando cautivarme por completo. Por otro lado, de estas páginas he sacado un montoncito de reflexiones de vida. La mayoría no son novedosas pero ¡qué reales las he sentido! Me he identificado al cien por cien con el modo de ver la vida de esta pareja.
«Nos pasamos la vida planificando días especiales, el de los cumpleaños, el de
Nochevieja y tantos otros que a menudo permanecen menos tiempo en la memoria que los más sencillos, los cotidianos, esos que son tan difíciles de prever que uno nunca sale de casa con la cámara de fotografías colgada del cuello para poder capturarlos. Permanecen solo en nuestra memoria y, cuando llegamos al final del camino, sencillamente se convierten en polvo, en nada.
Una vez te dije que me parecía triste...
... y tú contestaste que era bonito»
El chico que dibujaba constelaciones
¿Qué hechuras no ajustan del todo con mi talla? Ninguna. Sinceramente, esta novela está hecha a mi medida. Es una de mis mejores lecturas desde hace mucho tiempo. El estilo de Alice Kellen en esta historia me ha tenido pegada a sus páginas con la cabeza y sobre todo con el corazón. Ha sido una lectura muy muy emotiva para mí.
Concluyendo... poco más puedo añadir. Estoy convencida de que no existen las novelas perfectas, de que hay tantas versiones de un libro como lectores que se animan a leerlo, de que tal vez soy una exagerada con esta historia, pero así la he vivido y así la mantendré en mi recuerdo.