Esta tarde tuve la oportunidad de presenciar la actitud de un chulo. Un chulo barriobajero y estúpido a pesar de que él se cree estar en posesión de la verdad absoluta. Es arrogante y cretino. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que su mal es una epidemia endémica, que se contagia. A la babosa inútil le sucede lo mismo. Pero de ella me ocuparé en otro momento.
Presencié un comportamiento propio de rufianes y zafíos. Pero viniendo de él, no podía darse otra imagen. En su rancho es tan querido como odiado. Pero nadie se opone. Menos aún le discuten. Las huestes del señor están bien aleccionadas para rendir pleitesía diga lo que diga y haga lo que haga. Es frecuente escuchar el tan manido ‘sí, bwana’. Reta. Desafía. Contradice. Insulta. Menosprecia. Siempre, sistemáticamente. Fuera resulta más aborrecido y menos amado. Pero es el peaje que tienen que pagar algunos cuando desde su ara de indecencia y desvergüenza absoluta se dedican a menospreciar al resto de mortales. Si a este cuadro tan patético le añadimos el calificativo de ‘ladrón’ el cuadro es redondo. Hay que ser un ladrón de guante blanco y sin escrúpulos para cobrar lo que está cobrando este tipo, con la que está cayendo, y permitirse el lujo de comportarse como lo está haciendo. No es justo. Pero una vez más, vemos y callamos. Poderoso caballero es don dinero. Y así les va. En otros cortijos la cosa está mejor. Hay más decoro y decencia. Se nota. Traspasa. Se siente. Pero en el territorio de este chulo, todo huele bastante mal. Bueno casi todo, hay alguien que a pesar de pertenecer a este rancho, su espíritu, su comportamiento, su forma de ser nada tienen que ver con la del chulo. Insisto: aquí todo huele mal porque sufren un mal endémico: la indecencia cretina, que alimenta el propio chulo con su habitual ‘modus operandi’.
Creo que a este tipo sólo le queda una hacienda pendiente: revolcarse con la babosa inútil. Me consta que aún no se dieron siquiera un pico. Son los dos igual de imbéciles para semejantes haciendas. Pero mañana les hablaré de la babosa inútil. No se lo pierdan. No tendrá desperdicio. Y si logramos una instantánea del chulo retozando con esta bestia inmunda será una primicia digna de un culebrón. Al fin y al cabo, qué son ellos, sino sendas víboras.