Bibliometro #91. Con el buen sabor de boca y la excelente impresión que nos dejó Los amores de Nichino nos lanzamos a buscar más libros de su autora, Hiromi Kawakami, y he acá que hemos encontrado otro más: El cielo es azul, la tierra blanca, aunque su título original, haciéndole caso al traductor de Google, significa algo próximo a El maletín del maestro, que por lo demás es, justamente, el título del último capítulo de la novela, como pueden ver en la fotito de abajo. Ahora, listas las formalidades y las curiosidades, entremos en materia.

Es una buena novela, destaca a su favor el hecho de que no recurra a aspavientos ni estridencias emocionales ni a ningún tipo de cursi manipulación efectista, pero tampoco es una graaaan novela, ni tan novedosa ni tan impactante o profunda. Es demasiado sencilla y naturalista para su propio bien, aunque es cierto que sus personajes, otro elemento que destaca a su favor, están bien construidos, perfilados y desarrollados a lo largo de la trama, que de hecho no es tan común: el plácido y caballeroso romance entre una treintañera y un septuagenario, que décadas antes fueron alumna y maestro, respectivamente, en los tiempos de escuela. Un buen día, en un bar cualquiera, se reencuentran, se saludan, se hablan, se hacen amigos o algo similar, y de ahí la relación continúa en sus particulares y singulares derroteros.La trama en sí, ya digo, no es nada del otro mundo y de hecho se desmarca de los romances comunes y corrientes al no ser precisamente una pasión arrebatada, borrascosa y súper intensa con melodramáticos giros argumentales de culebrón. Es una relación pausada, como agazapada, como no admitida, esquiva, en donde es más revelador lo que no se dice, lo que no se hace, lo que no se evidencia: el amor parece reflejarse no en besos o en declaraciones bajo la lluvia, sino que en esa plácida y solitaria cotidianidad que cada uno de los improbables amantes lleva por su cuenta, incluyendo al otro en momentos contados. Así las cosas, la novela nos lleva por caminos más o menos conocidos ya: el aspecto costumbrista, el de ir conociendo ciertas tradiciones o rasgos culturales, además de funcionar como un retrato sobre la soledad y la alienación urbana, sobre cierto cansancio e incertidumbre existencial: la protagonista, que nos narra la novela, es una mujer que vive sola y que prácticamente no tiene vida social, nada que valga la pena contar al menos según nos dice, mientras que el abuelo (el señor maduro, perdón) también, hombre viudo/separado con hijos con vida propia que parece estar conforme con el minimalista modo en que discurre esa postrera etapa de una vida bien llevada y trabajada. El inesperado romance se instala como un suceso más de perplejidad que de vitalidad, aunque suene extraño decirlo así, y ambos personajes reflexionan y a su modo furtivo fantasean en cuál es la mejor manera para abrazarse y entregarse, si es que eso, a este sorpresivo regalo de cupido.Así las cosas, no estamos ante una novela de emociones muy fuertes ni acontecimientos impactantes, todo flota muy a pequeña y humilde escala, un pequeño relato sobre vidas mínimas sorprendidas ante el flujo de unos sentimientos que creían aparcados. Es una novela agradable, narrada con la prosa sencilla de Kawakami, para nada dulzona, en general más tirado a lo agridulce, que si se eleva un poco sobre la media es por su capacidad de observación, para captar y expresar a través de las palabras ciertos estados emocionales que suelen quedar bajo el radar. Es una novela escrita con respeto hacia el lector, sin tomarlo por tonto, que busca su complicidad y compañía y que la logra, porque si bien no descuida el apartado introspectivo y psicológico de sus personajes, lo cierto es que por sobre todo se mantiene bastante dinámico en lo que concierne a sucesos, salidas, paseos, celebraciones, rememoraciones, anécdotas, festividades, etc.. lo cual se agradece en tanto genera un clima de complicidad, de cotidianidad, de camaradería con los personajes, que en general es algo que se le da muy bien a estas autoras japonesas.No está a la altura de Los amores de Nishino, pero si quieren leer una buena novela para una tarde tranquila y sin pretensiones, El cielo es azul, la tierra blanca es una opción perfectamente digna y confiable que cumple lo que promete con buena prosa, buenos personaje y una trama bien narrada en su sencillez. Nada del otro mundo, pero no todo deben ser fuegos artificiales, ¿no?


En 36 ocasiones se ha pedido prestado este libro a lo lago de poco más de seis años de presencia bibliometrina, lo cual da un promedio nada desdeñable de seis lecturas al año. Pueden ver que las fichas bibliográficas están bastante rellenas, no tan prolijas, pero da gusto ver tantos estampados, ¿cierto?