Posted by Joost Scharrenberg on Feb 25, 2017 in Blog | 0 comments
El cielo y el infierno no son lugares, sino son estados de conciencia.No tienes que morir para conocer ambos. El cielo y el infierno de cada persona está en su interior. Tú eliges en cada momento vivir en el infierno o en el cielo…¿Qué eliges para hoy… qué eliges para este mismo momento?
Posted by Joost Scharrenberg on Feb 25, 2017 in Blog | 0 commentsEl cielo y el infierno no son lugares, sino son estados de conciencia.No tienes que morir para conocer ambos. El cielo y el infierno de cada persona está en su interior. Tú eliges en cada momento vivir en el infierno o en el cielo…¿Qué eliges para hoy… qué eliges para este mismo momento?
La puerta del cielo, cuento Zen
Un guerrero samurai fue a ver al maestro Hakuin y le preguntó:
– ¿Existe el infierno?
– ¿Existe el cielo?
– ¿Dónde están las puertas que llevan a uno y al otro?
– ¿Por dónde puedo entrar?Hakuin le respondió con una pregunta:
– ¿Quién eres?– Soy un samurai – le respondió el guerrero -, un jefe de samarias.
– Hasta el emperador mismo me respeta.Hakuin se rió y contestó:
– ¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo.Sintiendo su orgullo herido, el samurai desenvainó su espada y, ya estaba al punto de matar a Hakuin, cuando éste le dijo:
– Ésta es la puerta al infiernoInmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espalda en su cinto, y Hakuin dijo:
– Y ésta es la puerta del cieloArtículos relacionados:
Más cuentos MindfulnessImagen Flickr: Cielo Cristina.SanvitoUn guerrero samurai fue a ver al maestro Hakuin y le preguntó:
– ¿Existe el infierno?
– ¿Existe el cielo?
– ¿Dónde están las puertas que llevan a uno y al otro?
– ¿Por dónde puedo entrar?Hakuin le respondió con una pregunta:
– ¿Quién eres?– Soy un samurai – le respondió el guerrero -, un jefe de samarias.
– Hasta el emperador mismo me respeta.Hakuin se rió y contestó:
– ¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo.Sintiendo su orgullo herido, el samurai desenvainó su espada y, ya estaba al punto de matar a Hakuin, cuando éste le dijo:
– Ésta es la puerta al infiernoInmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espalda en su cinto, y Hakuin dijo:
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