Reflexión sobre cine. Esta vez, romántico.
Imagino las escenas del despertar juntos tras la primera noche de sexo desenfrenado. Cuatro o cinco orgasmos que han conseguido tener a la vez, en armoniosa conjunción cósmica y en las más raras posturas del Kamasutra. Bostezan al unísono, se besan apasionadamente y luego se miran a los ojos y sonríen. Acto seguido él o ella, dice que huele muy bien, que ha sido estupendo y acaricia su sedoso cabello. Se besan con pasión y... vuelta a empezar.
La realidad: Se echan dos polvos, a lo sumo, pues las expectativas de la noche distan mucho de lo que sucede puestos en faena.
Él suele alardear de que van a tener una noche de sexo desenfrenado. Lo cierto es que, entre lo que fuma, el poco fondo que tiene y lo que reduce la potencia el alcohol que se han bebido como si fuera agua, la noche es muy normalita. De aprobado raspadito, si me apuras.
Y ella, que no es vaginiana como el 100% de las féminas de las pelis, sino vulgarmente clitoriana, como el 80% de las mujeres, por no fastidiar más al pobre machito alfa que prometió ponerla mirando pa'Cuenca, se inventa dos orgasmos vaginianos del copón y reza para que el tío se duerma pronto y no ronque.
Y, como colofón, amanece. Ambos bostezan, el aliento mañanero les canta que te cagas, como es natural antes del cepillado de los dientes con Colgate, se miran y disimulan con una sonrisita nerviosa, pensando en los pelos que tendrán, al ver el peinado que muestra cada uno, look "dedos en el enchufe". Nada de seda Pantene pro V, por supuesto. Ella tiene corrido el maquillaje y unas ojeras más grandes que un camión y a él la barba le ha crecido como por obra de magia por la noche y tiene el rostro desencajado porque se está aguantando el acostumbrado pedo matutino que acompaña al estiramiento vertebral que ha tenido que evitar, al despertarse acompañado de la hermana mayor de su conquista de la noche anterior.
Pelis románticas versus realidad.
Qué depresión más tonta acabo de pillar. Me voy a sestear.