Nota del editor: El colega y amigo El Colimador redactó desde su blog (elcolimador.cubava.cu) este post donde expresa su opinión sobre la posible “mudanza” de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba hacia el Capitolio de la Habana.
Aunque no estoy de acuerdo con algunos de los planteamientos de su artículo y hemos discutido personalmente sobre el asunto durante estos días, soy una persona que ama y defiende el ejercicio de la libertad de opinión y pensamiento. Es por ello que publico su artículo como forma avivar el debate sobre el “regreso al Capitolio”, un tema obviado por muchos en Cuba y el extranjero.
El Colimador sabe que muy pronto dedicaré un artículo para defender mi posición frente a la suya. Quizás no estamos de acuerdo en este asunto (nunca esperé que pasara), pero creo que las posiciones de ambos reflejan que en Cuba los tiempos de la unanimidad de opinión se acabaron o quizás nunca existieron…
Yohan González (Editor Desde mi ínsula)
¿Volver al Capitolio o volver atrás?
Por: El Colimador
Hace unos días mi buen amigo Yohan publicó en su blog Desde mi Ínsula una entrada titulada ¿Por qué es necesario volver al Capitolio? En ella se congratulaba del anuncio hecho por el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler de que la futura sede del Parlamento Cubano sería el Capitolio Nacional una vez que sus instalaciones terminen de ser restauradas.
No puedo dejar de sonreírme con esta peregrina idea que no ha estado sujeta a ningún tipo de consulta popular. Me parece mentira que este acto, que guarda un importante significado político, se resuelva por la vía administrativa sin que se tenga en cuenta la opinión de la gente. Porque el Capitolio no es un edificio cualquiera, el Capitolio es un símbolo de la República burguesa, que prefirió llenar el país de plazoletas y obras monumentales a construir hospitales y escuelas; y donde se hizo de la venalidad y la politiquería un arte.
En sus puertas junto a los rostros de Estrada Palma, José Miguel, Menocal y Zayas, aparece destruido por los martillazos el del dictador Gerardo Machado, a cuya iniciativa se debió la construcción del edificio. Ni el ejército, ni la Mediación, ni el hermano de la patria, Carlos Manuel de Céspedes pudieron evitar que a la huida del dictador la ira del pueblo destruyera la cara de Machado en sus puertas. A lo peor va, y ahora que estamos reescribiendo la historia viene alguien y le hace la cirugía plástica. A fin de cuentas ya se restableció a José Miguel en G sin mucho ruido y no pienso que haya tampoco demasiada bulla, si por el camino que vamos, un día volvemos a soldar Estrada Palma a sus piececitos, recomponemos el águila del Maine y quitamos el Granma para reedificar el parque Zayas.
Dice Yohan que
volver al Capitolio no es una necesidad, es un deber Es tomar un símbolo del pasado y usarlo para continuar en la construcción de una Patria más inclusiva, participativa, ciudadana y activa.
Monumento a Tomás Estrada Palma
No puedo estar más en desacuerdo con él. Que el Parlamento vuelva al Capitolio es una pésima idea, no es ni una necesidad ni un deber. El Parlamento cubano que se reúne bien poco, puede perfectamente seguir sesionando en el Palacio de las Convenciones que tiene todas las facilidades creadas para la atención de los diputados. No hay razón alguna para que se mueva del lugar donde está.
El Capitolio, como sede del Congreso, respondió a un tipo de Parlamento completamente distinto al que existe hoy en Cuba. Es, cómo decir… un edificio que le queda excesivamente grande y anacrónico a la Asamblea Nacional Cubana, que ni sesiona diariamente ni necesita una sede permanente. O, ¿es que queremos profesionalizar (entiéndase, burocratizar) al Parlamento?
Además, el hecho de mudar a la Asamblea Nacional de sede no garantiza – ni siquiera esperanza – la construcción de una patria más participativa, ciudadana o activa, como dice Yohan. Nada tiene que ver la gimnasia con la magnesia. El hecho de que a veces se perciba que el Parlamento Cubano no funciona como debe ser no tiene absolutamente nada que ver con el lugar donde sesiona. Da igual que esté en el Palacio de las Convenciones, el Capitolio Nacional o en un solar de Pogolotti, seguirá siendo lo mismo, porque las causas de sus deficiencias son otras.
Monumento al presidente Alfredo Zayas, donde hoy se alza el Memorial Granma.
De hecho si me preguntaran cual es la mejor sede que se le pudiera dar, diría que es la calle, junto a la gente… un Parlamento de calle, que entienda y palpe las necesidades de la gente, como el gobierno de calle del presidente Nicolás Maduro en Venezuela. Así gobernó la Revolución Cubana en sus primeros años, desde la calle y desde la gente, y no le hizo falta un Capitolio porque entendía lo que quería el pueblo. Hace falta que las revoluciones viejas aprendan de las revoluciones nuevas, porque a veces a las viejas comienza a fallarle la memoria.
Y mientras, ¿qué hacemos con el Capitolio? Pues, cualquier cosa menos convertirlo en sede del Parlamento y poner la historia de Cuba en marcha atrás.
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