Estaba mirando por la ventana. Entonces llegó por detrás y me cogió por la cintura. Sus manos estaban frías, pero no me importó. Volvimos a la cama, me contó una historia triste sobre su pasado y después follamos. Cuando acabamos me abrazó y luego se incorporó. Me cogió la cara con ambas manos y me besó. Llevábamos semanas saliendo y acostándonos. Le pregunté por el color de mis ojos y me dijo que eran marrones. Le respondí con amargura que eran verdes y puso una mueca divertida en su cara. Aquella mañana descubrí que no me amaba.