Uno suelta lo que puede.
Y lo que se puede es soltar físicamente.
Pero el corazón va donde lo llaman.
El corazón va donde pertenece.
Escarba como un perro acalorado en pleno verano,
Hace un pozo en la tierra seca del patio,
Hasta que encuentra algo fresco
Que calme su panza encendida.
Mi corazón hace más o menos el mismo recorrido.
Vuela cósmicamente todas las noches
Y se va a meter a tu cama;
Haciendo un hueco dentro de tu alma.
Soltar parece que suelta casi cualquiera;
Menos yo
Y este corazón puto, aguerrido y testarudo,
Que se escapa de mi cuerpo
Para refugiarse en la villa balnearia
Que nos cobijó cuando éramos adolescentes.
Y sobre las siete de la tarde,
Salta los escalones que bajan a la playa
De uno en uno, de dos en dos;
Mientras que por acá y a la misma hora
Un señor me pregunta
Hacia dónde me dirijo con la mirada perdida
Y opaca.
Patricia Lohin
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