Se puso furioso cuando vio lo que habían hecho. ¡Qué desobedientes! Necesitaban recibir un buen correctivo. Expulsarlos sería demasiado sencillo. Imaginó otro castigo. Decidió lograr que las aborrecieran. Les obligó a comerlas crudas, asadas, fritas, cocidas, con nata, al microondas, en ensalada. Lo consiguió: Adán y Eva odiaron las manzanas.