Jack Suturo se ha dedicado toda su vida a coser corazones rotos. Es una tarea muy difícil, no se aprende en cualquier sitio. Es un oficio de generaciones, un don que sólo tienen aquellos que son como Jack Suturo. Hay veces que no consigue salvar los corazones. Cada uno necesita su propio hilo, su propia aguja y, a veces, hasta su propio color. Porque si algo sabe Jack Suturo es que no todos los hilos unen lo mismo porque no todos los corazones se han roto de la misma manera. En algunos remiendos hay que emplear hilo elástico, lo que vuelve al dueño del corazón desencantado. Otras veces, hay que usar un hilo muy fino, esos son los reincidentes, que han ido tantas veces a su consulta que sus corazones tienen tantos puntos que es imposible coserlos sin que se desmenucen. Tampoco todas las agujas valen para todos los corazones, porque no todas las personas aguantan el dolor de la sutura igual. Si se usa una aguja muy gruesa, aunque fuerte, el corazón se recupera antes, pero con mucho, mucho dolor. Si se usa una aguja muy fina, frágil, es posible que el paciente no pase del próximo desengaño. El color también es importante, no todos los corazones son del mismo color y, por tanto, no todos precisan de un hilo del mismo tono: los hay rojos, para los apasionados, los hay rosas, para los inocentes; y los hay negros... para los fumadores.