Cuan callada suena al fondo la noche. Cómo se va el ruido de las motos y el bus verde que siempre espera vacío en la esquina. Mojada su superfice en el reflejo del poste de luz que a medias traza su sombra. Pasa esta hora como pasa la huella de un mañana en silencio. Y salpican, saltan. Corren las brumas y la espuma entre los dedos de quienes pagan con billetes los cigarrillos y los dulces. Se desparraman los racimos de los árboles ficticios, de entre tiendas y señoras gordas en chanclas y sillas rojas de plástico y frío y bufandas. El silbido que sale de una boca incierta llama a un suspiro mío y a un beso tuyo.