Tanto a André como a Isabela desde muy temprana edad la vida les orillo a tomar decisiones drásticas con respecto al rumbo de sus propios destinos, con el común denominador de haber perdido a uno de sus padres, cada uno a su modo comenzó una ardua batalla de supervivencia con resultados diametralmente opuestos: "A los 10 años la vida le sabía distinta, con el velo sutil de la inocencia cubriendo su faz: días rosas para aquellos seres que no ven más allá de lo que el mundo aparenta tras cristales empañados por la niebla que supone la ingenuidad de un niño, días grises cuando el inquebrantable paso del tiempo abre los ojos a la realidad y se descifran secretos ocultos en recuerdos borrosos, recuerdos que se tejen entre sí cobrando sentido, uniéndose a la perfección conformando una dolorosa telaraña; a estas alturas Isabela comprende que el verdadero secreto de aquella utópica felicidad protagonizada en la infancia reside en que no era plenamente consciente de nada de lo sucedido alrededor."
Es el suicidio de una socialité, el punto donde convergen las vidas de un Gigoló (André), una joven escritora (Isabela) y la propia occisa:
Cuando Isabela comienza a investigar acerca de una joven que se suicidó en su calle, también se interna en los terrenos del RUBIK'S CUBE donde conoce a André quien en principio le parece un hombre sumamente banal, pero el tiempo y la convivencia los envuelve en un manto de enamoramiento que para ambos es difícil de asimilar:
"Un par de tequilas celebrando tan oportuno encuentro, André considera un hallazgo conocer una chava dotada de singular inteligencia, con una sensibilidad impregnada de idealismo, no se trata del ordinario estereotipo de mujer sumisa y abnegada, pues ¿qué tan laborioso resultaría mantener el candor cuando la vida muestra su lado color de rosa?, es mínimo el mérito de la mujer que conserva un espíritu noble si permanece ajena a la podredumbre del mundo, sería tanto como llamar pureza a lo que obviamente es mera ignorancia, a semejanza de una hoja seca que simplemente flota sobre las aguas mansas, y a la mínima turbulencia se hunde en el fango dejándose arrastrar por la inercia de la corriente sin oponer resistencia, por el contrario Isabela es una sobreviviente a la desventura, engarzando sueños cual preciado tesoro y aún así conserva en su diccionario la palabra esperanza.”
El sentimiento que prevalece a lo largo de toda la novela es una profunda desazón provocada por la constante presencia de la soledad en las vidas de todos los personajes y la manera en que cada uno de ellos la asume, ya sea como fuente de inspiración para la creación de mundos mágicos (Isabela), o cual verdugo que acecha a toda hora y en cualquier lugar (André), al punto de volverse poco menos que insoportable cuando no se puede estar con la única persona en el mundo a la que se ha podido amar (Aline).
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